Diari Més

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Nos puede gustar más o menos, pero la realidad objetiva nos pone, sin lugar a dudas, en un modelo realista dónde cada vez más nos convertimos en «ciudadanos globales», es decir, no nos podemos esconder en un sentido singular, sino que nos vemos transportados hacia una nueva situación, donde todo lo que pasa en el mundo, nos afecta directamente en nuestro día a día, hasta consecuencias insospechadas y nunca previstas.

Ciertamente, el marco de interdependencia es hoy un hecho que no se puede obviar a la hora de hacer cualquier definición de futuro de lo que seránuestro mañana bien a corto plazo, así, ejemplos emblemáticos recientes, como la crisis sanitaria o la situación bélica, son hechos que modificarán el nuestro mañana de manera directa; podemos obviar la situación y pensar que a nosotros no nos afectará, pero la cruda evidencia pone de manifiesto que cada vez más, el mundo se irá igualando, lo que hará que se produzcan renuncias por los que hasta hace poco estaban asentados en un «primer mundo» ajeno a la situación de crisis permanente que se producirá en nuestro entorno.

Qué lejos queda, si realmente hacemos un análisis con juicio, la frontera inasequible en que pensábamos disponer, hoy la situación se hace más general y así, las influencias exteriores las notaremos de manera directa en los precios, las restricciones comerciales, la inseguridad, y sobre todo, lo que es más evidente, una limitación a nuestra libertad que podíamos pensar que era inatacable.

Seguramente, por parte de algunos, todavía se puede creer que se es autosuficiente y que, por lo tanto, tiene poco que ver lo que pasa fuera, pero eso pronto quedará como una «utopía» en que se verá sobrepasada por una cotidianidad que nos superará y nos posicionará en un marco donde todo irá cambiando.

Desde una lectura individualista, qué lejos queda aquel concepto de «supremacía» con respecto a otros conciudadanos globales, a los que vemos como «personas de tercera» y de las que asumían, sin ningún rubor, su supervivencia en una negatividad difícil de cambiar.

Ahora que ya empiezan a discutir de hechos como la «soberanía energética», donde en ningún caso somos autosuficientes, se dará el aterrizaje social por unos derechos que se verán condicionados, un futuro compartido mundialmente, unos precios desbocados y, en definitiva, una nueva realidad que nos hará meditar más al «sobrevivir» que al anhelar «vivir mejor» con lo que eso supone de nueva evidencia.

Lo cierto es que todo lo que menciono no es fácil de asumir, y que muchas veces queremos obviar, sin preocuparnos, pero no sería aconsejable seguir por la línea de esconder los hechos, que todos ellos sumados nos llevarán a una sociedad donde el sacrificio personal volverá a la primera línea de supervivencia, a la que nos tendremos que adaptar si no queremos que nos pase por encima.

Ser «ciudadanos planetarios» también tendría que comportar esperanzas, si lo que hacemos es asumir el nuevo modelo, y así podemos dejar de lado miserias globales, que hoy podemos ver como normales y que será necesario superar para buscar objetivos comunes en todos los niveles, en los que nadie tendría que ser aparcado en función de su procedencia.

También términos como «clase social» se verán modificados en esta vía de ir igualando a la gente, y aquí, a buen seguro, que se darán nuevas complicadas de conducir y conflictos de intereses en los cuales se tendrá que dar salida. En todo caso, lo que se acerca es una fórmula nueva que se tendrá que gestionar desde la transparencia, el compromiso y la visión ancha para hacer posible la readaptación que nos espera.

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