Diari Més

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Los grandes municipios, que se hacen llamar con orgullo municipalista ciudades, son aquellos donde la orientación del voto depende muy mucho de la moda de la opción política del momento, claro está, con la salvedad de algunos líderes políticos municipalistas que, han sido o son capaces de arrastrar las simpatías de una gran parte de su población, como lo fue para Barcelona, el alcalde de las olimpiadas, Pascual Maragall, la movida de Madrid de Tierno Galván, la popular Rita Barbera en Valencia o como lo pueden ser hoy, el alcalde de las luces de Navidad de Vigo, Abel Caballero, sin olvidarnos del veterano, Francisco de la Torre que lleva 19 años como alcalde de la ciudad de Málaga, entre otros. En estas ciudades, los nouvinguts o recién llegados, poca incidencia tienen en sus resultados electorales municipales, ya que continúan siendo las siglas políticas, la mayor motivación a la hora de depositar su voto en las urnas. No es así, en las poblaciones medianas y mucho más cuando son pequeñas, donde la escasa población, facilita una relación personal más cercana entre sus vecinos, ofreciendo un mayor contacto y cuando no, conocimiento de sus dirigentes políticos locales, en especial la de aquellos que son nativos o bien, llevan generaciones residiendo en el propio municipio, este sector poblacional conoce muy bien las tendencias políticas del electorado. Así, se puede entender que abandonando siglas políticas, son capaces de ganar elecciones locales con listas de independientes que no, necesariamente de independentistas, solo hace falta ver en el territorio algún que otro caso, como ejemplo de ello, podría ser el desaparecido alcalde de Salou, Esteve Ferran, con las siglas de Ferran Units per Salou. En estas poblaciones, los nouvinguts o recién llegados, sí que ocasionan una afectación directa en los procesos electorales locales, ya que su intención de voto, responde más a un recordatorio de su lugar de procedencia que no, al grado de conocimiento de los responsables políticos municipales.

Todo lo expuesto, en concreto a lo que afecta a municipios de reducida población, el covid-19, ha sido el motivo de que muchas segundas residencias, se hayan convertido en una alta censal de sus propietarios. Son miles las personas que tuvieron que sufrir un duro confinamiento en sus domicilios habituales, en la mayoría de casos en pisos de espacios reducidos, en ciudades de grandes poblaciones, mientras sus segundas residencias les ofrecían, aquel espacio amplio de funcionalidad y en especial de sensación de libertad, que en aquellos momentos complicados ambicionaban, ese ha sido el motivo de tomar la decisión de formar parte del empadronamiento municipal de sus hogares de descanso. Son muchos los municipios de costa y en algunos casos de interior de nuestro territorio, en especial aquellas comarcas cercanas al área metropolitana de Barcelona, como pueden ser el Baix Penedès o Tarragonès, que han visto incrementados considerablemente sus censos, como hace pocos días anunciaba, el medio de comunicación municipal del Ayuntamiento de Roda de Berà, con el titular llamativo de: «Ja som 8000 habitants».

Todo ello crea una inquietud a los veteranos dirigentes municipales, aquellos que conocen muy bien a sus vecinos, incluso me atrevería a decir, con nombres y apellidos, pero en especial, sus tendencias electorales. Hoy, se les escapa el comportamiento de los nuevos empadronados, saben muy bien que, según su voto, pueden perder aquel o aquellos concejales que les mantienen en los gobiernos locales, mientras esta nueva población, su respuesta electoral puede encaminarse en la abstención, recuerdo de voto de sus procedencias o la marca política de moda del momento. Lo cierto es que, lo que era tranquilidad en lo conocido, ha pasado a la incertidumbre de lo que es nuevo.

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