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Keyper, ¿el mejor amigo del hombre?

Secretari de Comunicació del Sindicat de Treballadors

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Hace unos días nos sorprendía la noticia de la presentación de Keyper, el perro robot que realiza labores de vigilancia y control de planta de forma autónoma para la empresa Carburos Metálicos. No sabemos si este aparentemente servicial androide canino ha sido diseñado teniendo en cuenta las tres leyes de la robótica que formuló Isaac Asimov para asegurar que los engendros biomecánicos no harían daño a la humanidad, si tiene fecha de caducidad y está de acuerdo con ella -el conflicto que desestabilizó a los Nexus 6 de Blade Runner- o si el bueno de Keyper acabará liderando un ejército de perros robot que persigan a los humanos para aniquilarlos como sucedía en aquel terrorífico episodio de Black Mirror.

Pero lo que sí debe preocuparnos, sobre todo porque ya es una amenaza real, es el impacto que las soluciones robotizadas tienen en el empleo humano. En el Sindicato de Trabajadores no somos partidarios de posiciones luditas que se oponen al progreso tecnológico: Keyper puede estar tranquilo, no nos planteamos quemarlo como hicieron los comandos anti revolución industrial con las primeras máquinas hiladoras de la Inglaterra de principios del siglo XIX. El desarrollo tecnológico es clave para la competitividad de las empresas, que también es un objetivo inalienable de los trabajadores: sin competitividad no hay empleo de calidad.

Lo que si nos genera dudas es si las empresas tienen en cuenta todas las implicaciones que conlleva este nuevo paradigma en el ámbito del compromiso con las personas, con esos seres humanos que las han llevado hasta donde están y que, más allá de que seguirán teniendo un rol fundamental en su día a día, tal vez distinto, merecen algo más que ser considerados como un robot que ya ha sido superado por una nueva generación más eficiente y sofisticada y que se puede desballestar o abandonar en un almacen. Porque esta sí es una amenaza muy real que ya tenemos aquí. Es, también, una cuestión de responsabilidad social, algo que si nos creemos los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU que tanto cita la propaganda corporativa debería estar en el centro de los planes de las empresas que van implementando la robotización.

Es innegable el avance y las ventajas que la robótica y la inteligencia artificial pueden ofrecer en términos de eficiencia y seguridad. No obstante, es imprescindible considerar las implicaciones en cuanto a empleo y formación laboral. El reemplazo de puestos de trabajo por robots y sistemas automatizados es una realidad que se ha ido manifestando en diversos sectores. La llegada del Keyper a la planta de Carburos Metálicos plantea la posibilidad de que asuma algunas funciones que antes realizaban los trabajadores. Ante situaciones como estas, es fundamental que las empresas asuman un compromiso con la adaptación de los trabajadores a los puestos de trabajo de un futuro que ya está aquí.

Las empresas deben impulsar decididamente la reconversión laboral, ofreciendo formación específica a los empleados afectados por la automatización. De esta manera, se garantiza su adaptación a los nuevos roles y se evita la pérdida masiva de empleos. Además, es importante destacar que la robótica y la inteligencia artificial no pueden reemplazar por completo las capacidades humanas. Si bien Keyper puede realizar tareas de vigilancia y control de manera autónoma, todavía se requiere la intervención humana para llevar a cabo inspecciones más detalladas y tomar decisiones estratégicas. Por tanto, la colaboración entre humanos y tecnología se vuelve indispensable para alcanzar un equilibrio que beneficie tanto a las empresas como a los trabajadores.

La noticia sobre Keyper y otras parecidas obligan a una reflexión sobre el papel de la tecnología en el mundo laboral y el compromiso de las empresas con la humanidad. La automatización no debe ser vista como una amenaza, sino como una oportunidad para evolucionar y adaptarse a los cambios del mercado. Es responsabilidad de las organizaciones y de la sociedad en su conjunto promover políticas y acciones que fomenten la capacitación de los trabajadores y la creación de nuevos empleos. En este contexto, la negociación colectiva se convierte en un mecanismo esencial para encontrar acuerdos que equilibren los intereses de las empresas y los trabajadores, que en el fondo son los mismos.

Mientras la ciencia reflexiona sobre si los robots sueñan con ovejas eléctricas los trabajadores seguiremos soñando con lo de siempre: un entorno laboral más justo, más humano y, no lo olvidemos, más adecuado para canalizar lo que los humanos aportamos a las empresas, que sigue y seguirá siendo fundamental.

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