Diari Més
Lluís Gavaldà

Miembro de Els Pets

Entrevista

Lluís Gavaldà: «No hay ningún intento de entrar a las listas de éxito, esta carrera ya la hace otra gente»

El dúo Gavaldà y Joan-Pau Chaves ha estrenado la canción ‘Meva’ en el marco de la gira de conciertos ‘Sona la cançó’

Joan-Pau Chaves y Lluís Gavaldà.Cedida

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¿Cómo es que cantas sin Els Pets?

Todo viene de esta propuesta musical que formamos con el Joan-Pau ahora hace cuatro años, y que casi sin darnos cuenta de ello, nos hemos encontrado con que ha acabado teniendo una personalidad propia. Este año, aprovechando la parada de Els Pets, nuestra intención es girar, y pensamos que estaría bien hacer alguna canción inédita, para añadir más personalidad al concierto. Queríamos huir de la idea que fuera una versión acústica de Els Pets, pensando en qué tuviera un poco de xixa, pero la verdad es que tampoco lo teníamos muy claro. Al final, fue tan sencillo como escuchar en una prueba de sonido al Joan-Pau tocar una pieza nueva en el piano, y decirle: Tio, que bonito eso. ¿Lo has hecho tú? ¿Sí? Pues hagamos una canción.

Todo parte de una frase: Les cosas vienen y se van.

Sí, él me explicó que la canción que no tenía letra, y quedamos en que ya la escribiría yo. Sólo tenía una frase, que además al principio era en mallorquín: Sus cosas vienen y se van. Me encantó, porque es una frase con muchas posibilidades, es esta idea de que todo pasa, incluso las cosas más tremendas o que parecen inamovibles. Fue el punto de partida de la letra, pensó Qué puedo explicar a partir de aquí. Estuve trabajando la idea en casa, le enseñé al Joan-Pau, le gustó y buscamos un estudio bien económico para grabarla.

La violencia de género es tema recurrente en tu repertorio. Pienso en Una fiblada a la pell o Un cop de cotxe.

Pues no era consciente. Me hicieron reflexionar las problemáticas que me explica mi hijo adolescente, y me dieron cuenta de que cuestiones como la posesividad, la falta de respeto o este punto patriarcal y machista todavía están muy arraigados. Y también le doy vueltas al hecho de que España es uno de los países con más violencia de género. Pensé en cómo este sentimiento de posesividad que mucha gente confunde con amor puede acabar desencadenando la violencia y los desenlaces tan trágicos. Partiendo de aquí, expliqué tres momentos puntuales de una relación, pero sin hacerlos muy explícitos. Una picadura... y Un golpe de coche lo son mucho más. En Meva, la violencia la intuyes, no hay pelea real, es como una sensación. También quería que la desazón durara toda la letra, sin que se acabe de ver hacia dónde irá. Me hacía ilusión que fuera como un thriller, que al final acaba en otro lugar. Y lo que hace diferente la canción es la segunda parte, que de repente se ilumina, porque explica que estas relaciones se pueden romper. Eso no quiere decir que sea fácil ni que aprendas, pero sí que, una vez has llorado este dolor de haber pasado por allí, te sientes más llena. Esta es la conclusión de la canción: tienes que ser tuya.

Esta sensación que buscabas generar se potencia mucho por el hecho de que sólo oímos tu voz y un piano muy desnudo.

Bien, es que a estas alturas no hay ningún intento de hacer canciones para entrar a las listas de éxito. Esta carrera ya la hace otra gente. Teníamos una voluntad muy clara de hacer una canción muy adulta y cruda, sin colorines ni aspavientos. Y sólo con un piano. Pero no un piano cualquiera, sino uno pequeño, oscuro, como rotura, que se aviniera mucho con la letra. Además, pusimos el foco en la interpretación: el Joan-Pau me hizo cantarla muchísimas veces, hasta que casi me salía por las orejas.

¿Qué te pedía?

Muchas cosas... Que la interpretara menos, que la hiciera más introspectiva, que remarcara más ciertas líneas y que me pusiera en la piel de la persona... También me reñía mucho por la afinación, me decía Todavía lo puedes hacer mejor. Pero valió mucho la pena. ¡Y fue muy rápido! Alquilamos un estudio en Solsona, Casafont, en medio de la nada, que ni se podía llegar en coche, en medio de un paisaje espectacular y casi sin cobertura. Fue el lugar ideal para hacerlo.

Vamos al concierto Sona la cançó. Aquí también te desnudas un poco, en el sentido que explicas muchas interioridades compositivas.

Queremos desdramatizar esta imagen del artista que puede parecer un genio, una cosa nunca vista, cuando en el fondo no dejamos de ser artesanos, como lo puede ser un cadirer. Tenemos un oficio, y con el tiempo aprendemos a hacerlo. Una de las cosas que hay que reivindicar de una vez por todas es que todas las canciones ya están hechas. Lo que tú aportas es tu filtración, aunque sea de manera inconsciente. Y eso, que siempre me ha fascinado, no es malo. Esta obsesión por el plagio y el copyright no existió hasta que no se empezaron a generar tantos millones por los derechos de autor. Bach copiaba de artistas anteriores, y Dylan, y Led Zeppelin... y no pasa nada. Copiar es sano, porque al principio no tienes un lenguaje propio y tienes que buscar referentes. Poco a poco, irás encontrando tu camino. Y esta es la idea que queremos reivindicar en el concierto, de una manera desmitificadora, para que la gente ría. Y, por otra parte, también nos sirve de excusa para hacer una cosa que nos gusta mucho, que es ligar canciones. Empezamos una, hacemos un caracoleo y vamos a parar a otra.

He visto el concierto, y te tengo que decir que formáis un buen dúo cómico...

Sí, queríamos que tuviera un punto divertido. Pero cuando la gente se piensa que todo será así, de golpe llega la cuarta canción, que habla del aborto, y todo el mundo se queda un poco patitieso. A mí, este momento me gusta mucho, es uno de mis preferidos del concierto, porque el público no se lo espera, y el silencio que queda cuando acabamos es... ¡buah!

También reivindicas los Guilty pleasures o placeres culpables. Y lo haces con uno muy, muy grande...

Cuando le propuse a Joan-Pau cantar esta canción, me miró muy extrañado y me dijo que no lo acababa de entender. ¡Le dije Si es que eres muy joven! ¡Esta canción marcó toda una generación! Eso también se tiene que reivindicar: hay que romper este punto esnob que tiene a veces la música, de la gente muy melómana que te juzga dependiendo de las canciones que te gustan. Tenemos que empezar en asumir que los Guilty pleasures no tienen que ser guilties, sólo pleasures. Si a ti te gusta ABBA, te gusta ABBA, y lo que diga aquel enterao... que le den por saco.

En este concierto Joan-Pau pasa a primera línea, a tu lado. Y es toda una revelación.

Sí, y además pienso que es de justicia. Joan-Pau siempre ha estado en segunda fila, no sale a las portadas, ni a las entrevistas ni a los documentales. Y yo siempre me peleo para que lo entrevisten a él. Hace 25 años que lo conozco, y no sé de ninguna otra persona más musical que él, que tenga tanta música a la cabeza y tan bien entendida. Esta también era una excusa para hacer el espectáculo. Soy consciente de que la gente estaría contenta si saliera yo solo y hablara de mí, pero la idea es que los dos somos iguales de importantes. Por eso también quería que Meva fuera una canción a cuatro manos, no una canción de Lluís Gavaldà con Joan-Pau en el piano. Y pienso que la gente sale del concierto enamorada de él. Yo estoy allí, y hago reír, pero el espectáculo es verlo coger el bajo, el teclado, el piano, la guitarra o la armónica, verlo tocar las percusiones o hacer bit box. Lo hace todo bien, y me hace venir una rabia que lo atragantaríaJoan-Pau es el gran activo de este concierto, la gran sorpresa.

Entenderás que no puedo acabar sin preguntarte por la edad. ¿Te sientes cómodo con tu voz de sesenta años?

¿Tú crees que tengo voz de sesenta? No me la cuido nada, lo normal sería que la tuviera, pero cuando me oigo, no noto mucha diferencia de la voz que tenía hace 20 o 25 años. Lo que sí que es diferente es que ahora entiendo más mi instrumento. Quizás antes priorizaba otras cosas, como el volumen y la pasión, y ahora tengo más herramientas para trabajarlo. Más que en la voz, yo pienso que los 60 se me notan mucho en las letras y las canciones que hago. Ahora, también creo que esta idea de la madurez y la calma está muy mitificada. Al menos en mi caso, me siento muy poco diferente de quien era antes, al menos con respecto a la personalidad. Lo que sí que he notado es un cambio físico, los 60 me han caído como un martillo. Ahora me tengo que cuidar mucho más y me tengo que portar más bien. Ahora, por dentro, sigue estando la mismo polvorilla de siempre. Con los años, la cagas y aprendes algunas cosas, pero tampoco te pienses que tantas... Hay errores que las cometes constantemente y sabes que los volverás a cometer. Y no pasa nada. Este punto de inmadurez no me molesta mucho, porque es lo que hace la vida más interesante.

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