Diari Més

Opinió

Pere Lluis Huguet

Diputado del Partido Popular por Tarragona en el Parlamento de Cataluña y ex presidente del Consejo de la Abogacía Catalana

Ni una mala palabra, ni una buena acción

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El discurso de investidura y el de toma de posesión del presidente de la Generalitat Salvador Illa han estado llenos de buenas palabras. Ambos han estado repletos de bonitos verbos, cómo “construir”, “unir” o “servir” y un largo etcétera que nos podría hacer soñar con el fin de la división entre catalanes y en el cierre de la herida que en la sociedad catalana dejó el aciago 2017. Efectivamente escuchando a Illa podríamos pensar que se abre una nueva etapa en la triste y decadente política catalana. Nada más lejos de la realidad ya que a lo que debemos atender es a los pactos escritos entre PSC, ERC y Comuns, por aquello del «pacta sunt servanda».

Los discursos de Illa resultan contradictorios con lo verdaderamente pactado, son solo bonitas palabras con el afán de hacer creer en una nueva etapa en Cataluña. Por el contrario, lo pactado dista mucho de unir o construir Cataluña, o simplemente poner fin al Procés y, en este punto, debemos recordar que el acuerdo de investidura profundiza en la división entre catalanes buenos y catalanes malos, con la única diferencia que ahora el PSC ha pasado al grupo de los «buenos catalanes» al aceptar los principios básicos del independentismo, en definitiva, a preparar las estructuras de Cataluña para una hipotética independencia y abrir las puertas a un referéndum de independencia pactado con el Estado, a lo que le han llamado Convención Nacional para la resolución del conflicto político. Cómo verán el PSC ha comprado el marco discursivo del Procés y lo ha hecho suyo, profundizando en la división entre catalanes, muy lejos de las palabras de unión de Illa en sus discursos.

Pero sigamos, un simple recuento de los espacios dedicados a cada tema en el acuerdo firmado entre PSC y ERC nos da una medida del poco interés del PSC en los problemas reales de los ciudadanos catalanes, quien asumiendo la obsesión de sus socios de continuar con la matraca independentista y sin enfadar demasiado a sus socios en Madrid, pretende mantener a Sánchez en el gobierno de España. 

A los temas que podríamos llamar de interés independentistas, el incumplimiento de las sentencias sobre el catalán, una nueva financiación al margen de la constitución, las selecciones deportivas catalanas y la representación internacional de Cataluña, el acuerdo les dedica ni más ni menos que 14 páginas que incluyen el preámbulo y 4972 palabras. 

Sin embargo, al grave problema del agua solo le dedica dos párrafos y 108 palabras, a la movilidad y al trasporte ferroviario 19 líneas y 192 palabras, a la empresa, con la importancia cómo elemento esencial de la economía catalana, le dedica unas escasas 15 líneas y 195 palabras. Y quizás los más escandaloso de todo son las cero líneas y cero palabras que el acuerdo dedica al desempleo, quizás creen que en Cataluña ese problema no existe a pesar de tener los peores datos de incremento del paro en julio desde los últimos 20 años. 

Podríamos seguir, pero seguro que cansaría al lector con este recuento que nos permite determinar, con cierta rotundidad, dos cuestiones: al PSC le siguen sin importar los problemas reales de los catalanes, le interesa más obtener el poder a costa de traicionar a sus propios electores y, de paso, perpetuar a Sánchez en el Gobierno de España, que solventar los problemas de la Cataluña real, del ciudadano catalán que cada día debe afrontar la mayor carga impositiva del estado, carga que el PSC se ha comprometido a mantener. Illa ha comprado el marco discursivo del independentismo, entrando a formar parte de ellos.

En definitiva, pues, cómo decía el periodista José María García, ni una mala palabra, ni una buena acción. Sin duda eso es lo que deducimos de dos discursos y un acuerdo.

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