Castells para hacer más fácil el día a día en los campos de refugiados
La baixpenedesenca Alba Vinyes ha hecho de cooperante en el campo de refugiados de Katsikas, Grecia, donde ha acercado esta tradición catalana
El primer contacto de Alba Vinyes con el campo de refugiados de Katsikas, situado en Grecia, tuvo lugar en junio del año pasado. La baixpenedesenca decidió utilizar su semana de vacaciones para ir a echar una mano a las personas que se han visto forzadas a escapar de la guerra de Siria y vivir esta dura realidad al llegar a Europa. La animaron a hacerlo Clara y Adrià, unos amigos de Tarragona con quienes comparte una de sus grandes pasiones: los castells.
Los tres jóvenes decidieron emprender este viaje con el fin de prestar ayuda en todo lo que pudieran en el campo de refugiados. «Yo hablo árabe y pensé que seguro que hacía falta algún traductor, creí que podía ayudar», explica Vinyes. Aparte de las tareas que se les asignaron, sin embargo, también llevaron a cabo una función muy importante: hacer que las personas que viven en este campo de refugiados se pudieran evadir de la realidad por unos instantes a través de los castells.
«Pensamos que podíamos hacer un taller de castells, ya que todos somos castellers», explica Vinyes. Alba, miembro de los Castellers de Sants y cap de colla de los Aficionats de Llorenç, y Adrià y Clara, de la Colla Jove Xiquets de Tarragona, se plantaron espontáneamente en medio del campo y empezaron a hacer castells y falcons pequeños, ya que Vinyes también era miembro de los Falcons de Llorenç del Penedès, su pueblo. «Enseguida vino gente, les encantó», afirma la llorencenca. De esta manera los tres cooperantes enseñaron a los refugiados a hacer construcciones pequeñas de tres pisos de castells o figuras sencillas de falcons a fin de que ellos también lo pudieran probar.
Vinyes explica que los castells fueron un elemento de unión entre los cooperantes y los refugiados, sobre todo para Clara y Adrià, que no hablaban el mismo idioma que ellos. «No les hizo falta saber hablar árabe –explica la Llorencenca-. Con los castells se crea un vínculo muy estrecho sin necesidad de comunicarse oralmente, ya que concedes toda tu confianza a la persona que sube sobre tus hombros y a la persona que te aguanta». Después de la experiencia, la baixpenedesenca volvió a Katsikas el mes de agosto, donde los castells se realizaron como taller de unos grupos de girlscout para demostrar que el deporte y la actividad física «es cosa tanto de hombres como de mujeres».
Hablar el mismo idioma, una gran ayuda para los hospitales que atienden a los refugiados
El hecho de que Alba hable árabe también ha sido de gran ayuda a los hospitales y al personal médico que atiende a los refugiados, ya que el idioma es un impedimento para tener una comunicación eficaz con ellos. Su colaboración con el proyecto de hospitales en el cual se integró, independiente pero tutelado por la ONG AIRE, empezó el día que uno de los refugiados sufrió un ataque de corazón. Después de superarlo, el hombre tenía que ser intervenido de urgencia y estaba muy asustado, por lo que quería volver al campo de refugiados y someterse a la intervención una vez hubiera cogido energía junto a su familia. Pero era necesario intervenirlo ya. Alba habló con él y consiguió convencerlo de que tenía que quedarse en el hospital y someterse a la intervención. Y así lo hizo.
Tanto los integrantes del proyecto como la misma Alba Vinyes vieron que su tarea era muy útil y acordaron que volverían a trabajar juntos en el proyecto. Así, la llorencenca decidió volver a Katsikas en agosto, cuando estuvo todo el mes, y también ha vuelto durante estas fiestas de Navidad, del 28 de diciembre al 7 de enero.
Además de hacer de traductora también ha hecho una tarea de acompañamiento. «He estado muchas horas con ellos en urgencias y hemos hablado de varios temas: culturales, religiosos, del día a día...» explica Alba, qua añade que así los ha podido conocer y saber su situación. «Hay gente de todo tipo: desde personas analfabetas hasta universitarios que vivían en la ciudad, y todos se han quedado sin nada», afirma la llorencenca. Por otra parte, también ha visitado a los pacientes unos días después de volver al campo para hablar con ellos, llevar medicamentos y ver cómo se encuentran, además de hacer un seguimiento de las mujeres embarazadas para tener su historial en el momento del parto.
La cara menos amarga del drama de los refugiados
Con la llegada del frío la situación de las personas que viven en los campos de refugiados es mucho más extrema. No obstante, Vinyes explica que esta Navidad ha vivido la parte menos amarga del drama de los refugiados, ya que las personas que se encontraban en Katsikas han estado trasladados a hoteles. La razón es que ellos fueron de los primeros al llegar a Europa, entre febrero y marzo del año pasado, y por lo tanto en unos meses recibirán la resolución de la petición de asilo.
El campo ha quedado vacío para poner barracones y llevar gente de las islas, donde la situación es dramática. «Los campos de las islas están totalmente desbordados hay unas condiciones muy pésimas que se agravan con el frío», explica Alba, que añade que allí muchas personas están viviendo en barracones sin calefacción o incluso en tiendas. «Estas personas están muriendo a causa de la inacción de Europa y tenemos que ayudarlas», sentencia Viñas.
La baixpenedesenca asegura que a pesar de la dureza de la experiencia vivir esta realidad la ha cambiado totalmente, a más de haberla llenado y enriquecido personalmente al ver que la tarea que ha desarrollado ha sido muy útil. Por eso el mes de marzo volverá a Katsikas para ayudar durante medi año más. «Al vivir esta realidad cambian tus prioridades, la forma de ver el mundo. Ya nunca más eres el mismo» concluye.