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Una familia del Vendrell acoge a Kira, a una niña que se recupera de la radiación de Chernobil

Joana Reyes es la tarraconense que acoge a uno de los 22 niños de la zona afectada por el accidente nuclear que veranearán en Catalunya

Joana Reyes, a la derecha, con la Kira, en el centro, y su hija.

Una familia del Vendrell acoge en Kira, a una niña que se recupera de la radiación de ChernobilCedida

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Kira tiene 9 años, proviene de una zona rural de la provincia de Gómel (Bielorrusia), una de las regiones donde se evacuaron 327 pueblos después del accidente en la planta nuclear de Chernobil el año 1986. Kira tiene una afectación invisible que ha heredado por el simple hecho de nacer y vivir en esta zona de Bielorrusia y por comer los productos vegetales y animales que se producen: la radiación.

La Kira pasará el verano con Joana Reyes, una vendrellense de 55 años, que tiene una amplia experiencia acogiendo niños, y su hija de 22 años. Esta es la primera vez que acoge a una niña de Chernobil, pero espera que la estancia en el Vendrell ayude en la Kira reducir su nivel de radiación y que la experiencia la haga devolver otro verano.

«Cuando llegan les miden el nivel de radiación y también cuando se marchan y siempre hay una mejora. Aparte de la experiencia, el objetivo es que puedan reducir los niveles durante su estancia en Catalunya. Así, tenemos que intentar que haga ejercicio, que sude y que beba mucho, a fin de que pueda eliminar toda la radioactividad posible a través del sudor y la orina», explica Joana Reyes, quién destaca que, aparte del objetivo terapéutico, es importante que los niños se lo pasen bien y que disfruten de la experiencia.

Kira llegó a Vic con una veintena más de niños el sábado. Todos pasarán las vacaciones con familias catalanas hasta mediados de agosto gracias a la iniciativa de la ONG Amb els Nens, una organización que, desde 1996, trabaja con el objetivo de mejorar la salud de niños expuestos a la acumulación de radiaciones ionizadas resultantes del accidente nuclear de Chernobil.

«Todos los niños venden de una zona rural, de Gómel. Cuando sucedió el accidente nuclear, la primera radiación se produjo en esta zona. Son herederos de una cosa que no vivieron, pero la radioactividad se mantiene aunque hayan pasado 50.000 años», explica Mercè Fiol, presidenta de Osona amb els Nens.

«Acumulan la radiación a través de todo aquello que comen, de lo que plantan en el huerto, de la leche de las vacas... Los niños que venden a Catalunya están sanos, pero tienen radiación», añade.

Joana Reyes ha acogido niños saharauis e, incluso, niños que están dentro del programa de acogimiento familiar temporal, pero nunca de esta parte del mundo. «La organización ya nos avisó de que el niño ruso tiene una personalidad diferente, cada cultura la tiene. Pero los niños rusos son más serios, más herméticos y así es la Kira. Son más maduros o parecen más granos de lo que realmente son», dice Joana Reyes, quiénes asegura que se comunican con la niña gracias a los traductores y de todas las formas posibles. Intentan también que aprenda su idioma y que mantenga el contacto con su familia de Bielorrusia.

Por sorpresa en sorpresa

«Se sorprende de muchas cosas. Todos los niños que han venido a Cataluña son de familias de un nivel económico bajo, de zonas rurales. Se sorprenden de todo lo que les podemos ofrecer aquí, de las cosas que allí no tienen, de la comida, del mar, que no lo conocen...», afirma Joana Reyes. «Además, ellos viven en una casa pequeña, padres e hijos comparten una misma habitación. Para ellos, es todo muy diferentes», añade.

Es la primera vez que la Kira participa en las vacaciones organizadas por Osona amb els Nens, pero ha venido con otros niños que repiten experiencia. Joana Reyes fue testimonio de las muchas emociones que provocó el reencuentro de los niños que ya han venido otras veces en Catalunya con sus familias de acogida. «Esperamos que le guste la experiencia y, si ella quiere, nos gustaría recibirla otro verano», finaliza Joana Reyes.

La exposición a la radiación ionizante puede provocar alteraciones en el sistema inmunológico y el desarrollo hormonal, sobre todo generando cánceres de tiroides, problemas respiratorios y afecciones a la vista. La estancia de cuatro o cinco semanas fuera de la zona contaminada retrasa e incluso minimiza el efecto de enfermedades provocadas por la exposición continuada a radiaciones.

La Kira ha podido conocer el mar y disfrutar de la playa.

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