Vecinal
Bellvei promete que en el 2020 iluminará las calles de Baronía del Mar
Algunas de ellas, por la noche, se encuentran a oscuras por la falta de renovación del alumbrado
El desarrollo urbanístico del Baix Penedès a partir de los años sesenta trastocó los límites de los términos municipales, con urbanizaciones donde una calle pertenecía a un pueblo y, el otro, en el del lado. Es el caso, pero no lo único, de la urbanización Baronía del Mar, cuya mayor parte es de Bellvei, pero con calles de Calafell y del Vendrell. Según apunta la vecina Maria Salvador, viven desde hace tiempo sin luz en las farolas y, a pesar de las múltiples quejas, ninguna de las administraciones ha acabado respondiendo, por ahora, a sus demandas.
Según el alcalde de Bellvei, Gerard Colet, están pendientes de unas obras de renovación del alumbrado que se pondrán en marcha «a principios de 2020». «Calafell pondrá las farolas y el cableado lo hacemos nosotros», apunta Colet, que destaca que todavía tienen «pequeños lugares para concretar qué actuaciones» se harán desde el consistorio para mejorar la convivencia en la urbanización.
Con la renovación de la red eléctrica soterrada, no tendrían que darse denuevo los problemas que, apunta a esta vecina, hace años que duran. «Todo depende de la disponibilidad del material», afirma este alcalde, que tiene que abastecer de servicios a poco más de 2.000 habitantes, más de una cuarta parte de los cuales viven en esta urbanización, «que se duplica en periodo estival».
Las inversiones del alumbrado que están pendientes van más allá del canon de 60.000 euros que Calafell paga en Bellvei a fin de que sea este segundo consistorio el que haga los servicios a la totalidad de la urbanización. El motivo de este canon es la dificultad de acceso que hay desde el núcleo hasta la urbanización, ya que hay que pasar por Bellvei. La empresa concesionaria, Servicios Integrales de Mantenimiento Rubatec S.A., aseguró que «durante la próxima semana se realizarán los trabajos de renovación del alumbrado» en las dos calles de Calafell afectadas, la calle Sant Tomàs i Vista Alegre, donde residen una docena de vecinos.
Maria Salvador, que reprocha que los vecinos se sienten «marginados» por las administraciones, no es la única vecina de la urbanización que se queja. Precisamente en un programa de preguntas radiofónicas al alcalde de Calafell, Ramon Ferré, una vecina apuntó la semana pasada que no se tiene bastante cuidado del arbolado y también hizo notar que ya «se estaba cambiando el alumbrado». «Los trámites son lentos», se excusó Ferré.
Dadas las dificultades para atender los servicios de las zonas más alejadas, los diferentes municipios se han puesto a trabajar para redefinir sus límites geográficos. Ya hace un año que Bellvei y Calafell firmaron que toda la urbanización pasara a ser de los primeros, pero la Generalitat no ha dado todavía su visto bueno. De hecho, mientras eso no pasa, Bellvei acaba de determinar qué otros terrenos dan a Calafell ya que el intercambio se tiene que hacer «de manera proporcional». «Si no, nos lo tumbarán», asegura el alcalde Gerard Colet. Calafell, de hecho, tiene en marcha otras redefiniciones de su término, especialmente con Cunit y el Vendrell.
Más allá del alumbrado, el gran número de urbanizaciones facilita que haya ocupaciones irregulares, una de las quejas vecinales más comunes. «Nosotros intentamos tener todo el mundo censado y, si no cumplen las normas, nos ponemos serios, pero no tenemos herramientas para valorar correctamente los casos, no tenemos policía local, los servicios sociales están mancomunados y tenemos un solo piso de emergencia social que siempre está lleno», apunta Colet. Por su parte, el Ayuntamiento de Calafell ha empezado ya a cortar los suministros de agua y luz a los ocupas que generan problemas de convivencia con los vecinos, especialmente en los que optan por la ocupación como una actividad de «segunda residencia». «Hay gente que se aprovecha y hay gente que lo necesita», apunta Colet.