Los criadores de Gallo del Penedès prevén vender 5.000 ejemplares durante una campaña de Navidad sin incremento de precios
Quieren atraer nuevos clientes con la distribución de pollos cocinados y envasados al vacío durante la feria de Vilafranca
El Consejo Regulador del IGP Gallo del Penedès es en las puertas de una campaña de Navidad «muy buena» en que confían vender 5.000 ejemplares, cifra similar al año pasado. El presidente del IGP, Enric Ferré, destaca a la ACN que han congelado precios después de haberse visto obligados a subirlos ahora hace un año, cuando se disparó el coste del cereal con que alimentan los gallos. Por término medio, el Gallo del Penedès se vende a 18 euros/kilo.
La Feria del Gallo de Vilafranca, que se celebra el próximo fin de semana, volverá a ser la cita clave por el sector. Este año, los productores se han aliado con varios restaurantes para vender pollos enteros ya cocinados y envasados al vacío, una estrategia con que esperan seducir nuevos públicos.
Ferré asegura que después del covid las ventas de Gallo del Penedès se han recuperado «muy bien» año tras año, y confía en que este 2023 no sea una excepción. Recuerda que el año pasado tuvieron que aplicar un aumento de precios que podría haber hecho traquetear el consumo, pero celebra que los clientes «comprendieron» que era una consecuencia de la inflación del cereal. Si el año pasado las ventas no se resintieron, augura que esta campaña de precios congelados el cliente seguirá apostando por el Gallo del Penedès.
Como cada año, el punto fuerte será la Feria del Gallo, donde los cuatro productores que mantienen viva la IGP distribuyen unas 2.500 piezas. A diferencia de ediciones anteriores, sin embargo, el IGP utilizará un cebo nuevo para atraer a los consumidores: la venta de pollos enteros a punto para poner al horno el día de Navidad. «Nos hemos tenido que adaptar a la evolución del mercado», explica Ferré, que recuerda que ha pasado a la historia la mítica compra del pollo vivo para matarlo en casa.
Apunta que las últimas décadas ha habido visitantes en la feria que han escogido el gallo ‘in situ’ para recogerlo al cabo de unas horas desplomado y preparado para cocinar, si bien es una tendencia que va a la baja. Los clientes mayoritarios, asegura, son los que lo compran directamente limpio|neto y troceado, como lo harían en una pollería. Así y todo, explica que año en|a año han detectado algunos clientes que son reticentes a la hora de comprar el pollo «porque no se atreven a cocinarlo».
«En muchos hogares es la abuela quien cocina el Gallo del Penedès y, cuando|cuándo esta falta, muchas familias no continúan la tradición por miedo de no saber guisarlo adecuadamente porque es uno carne muy delicada», añade. Ferré dice que eso, añadido a que la sociedad cada vez quiere cocinar menos, les ha llevado a ofrecer el pollo ya asado, reparado para consumir. «Sólo hace falta calentarlo y servirlo, y queda igual que lo que antiguamente hacía la abuela o la madrina», insiste.
Desde el IGP confían en que este nuevo sistema permitirá ganar clientes año en|a año, de manera que puedan crecer las ventas de 5.000 ejemplares que se distribuyen en el conjunto de la campaña de Navidad, la cual representa el 80% de la actividad del sector. Más allá del incremento de consumo por fiestas, sin embargo, el IGP anhela a conseguir desestacionalizar el producto.
Desde su granja en Rodonyà (Alt Camp), Ferré dice que el Gallo del Penedès se vende poco a lo largo del año porque hay mucha gente que «sigue pensando que el pollo es la proteína barata». «Pero el gallo del Penedés no se puede comparar con los pollos convencionales, sino que es equiparable a un entrecot o al cordero», sostiene.
Remarca que el gallo del IGP tiene una crianza mínima de veinte semanas en comparación con las cuatro del pollo convencional. También destaca que los cuatro productores actuales los crían al aire libre, con espacio para el cual puedan correr, «mientras el pollo industrial se cría con multitud de ejemplares cerrada en un metro cuadrado». Otro elemento singular de la textura de la carne reside en la alimentación, ya que el Gallo del Penedès come leguminosa y grano de uva, hecho que genera grasas saludables.
En este sentido, insiste en la necesidad de hacer pedagogía para que la gente consuma de forma más habitual los fines de semana o cualquier comida de las rutinas diarias, «de la misma manera que en el Penedès es habitual abrir una botella de cava sin necesidad que sea una celebración».