El Vendrell
Oriol Rossell: «Los pasteleros jóvenes nos ayudamos porque, si vamos de la mano, el oficio crece y nosotros también»
Oriol Rossell y Maria Vidal son propietarios de la pastelería L'Obrador, que recientemente ha sido categorizada como la mejor del Penedès
L'Obrador es considerada, a día de hoy, la mejor pastelería del Penedès. ¿Cómo se llega hasta aquí?
«Nosotros empezamos hace veinte años tomando el relevo generacional del horno de pan de mis padres. Traté de convencer a Maria porque yo solo no me veía con corazón y ella se apuntó. Fue entonces cuando montamos L'Obrador y, desde allí, trabajábamos por gente externa. Cuando mi madre se jubiló y dejó la tienda, nos planteamos dar un paso más. Una vez con la tienda, seguíamos trabajando para terceros, íbamos a tope. El problema lo tuvimos con la covid, ya que todo lo que era externo cayó en picado: la gente no se casaba, no teníamos que cubrir caterings... Nosotros ya teníamos la idea de dejar alguna cosa porque íbamos sobrepasados de trabajo, pero no queríamos dejar nada para no quedarnos sin ingresos. Sin embargo, la covid nos puso a prueba y vimos que sin el trabajo externo, con la tienda, funcionábamos bien».
Quedarse con la tienda dio un buen resultado.
«Abrimos preparados. Veníamos con las ideas claras, ya habíamos trabajado y habíamos aprendido mucho. Por lo tanto, no empezábamos de cero. Tuvimos la suerte de que, desde el primer momento, fue bien porque habíamos jugado muchos partidos antes de empezar con el proyecto de la tienda y eso el cliente lo nota».
¿Qué os hace distintivos?
«Nosotros hemos apostado por una pastelería diferente y moderna. Una de nuestras especialidades son las cocas, que las he heredado de mi abuela, ya que ella fue la primera que hizo cocas enramadas aquí, en el Vendrell. Por eso nos lo hemos quedado, pero le hemos dado nuestro toque. Aquí hacemos cocas de autor y de temporada, porque nuestro rasgo diferencial y nuestra manera de ver la pastelería son intentar trabajar por temporadas y adaptándonos al entorno y al producto del territorio».
Estos días los payeses han salido a la calle porque, entre otros, ve peligrar el futuro del sector. ¿Cómo ves el de los pasteleros?
«Será muy difícil el futuro del gremio. Lo que es complicado de la pastelería son los horarios: se tiene que madrugar mucho y se tiene que trabajar mucho, es un oficio muy sacrificado. Actualmente, hay muchas pastelerías que cierran y es complicado encontrar nuevas porque si tú le propones a alguien abrir una pastelería y tener que invertir 400.000 euros para ganar, si le va muy bien, 30.000 al cabo del año, no lo hará. Son sectores que cada vez estarán más tocados porque, además, la gran industria también hace su trabajo. Hay pasteles en todas partes y hay pan en todas las gasolineras».
¿Y el futuro de L'Obrador?
«Estamos trabajando en el ámbito interno. Somos pasteleros, pero también empresarios y la gestión es muy importante. Antes salían adelante porque se pasaban el día trabajando. Ahora, si quieres tener una vida, tienes que controlar tu empresa para que no la tengas que cerrar. Creo que este es el gran cambio de mentalidad en las nuevas generaciones. No vivimos para trabajar, nos gusta nuestro trabajo, pero queremos un horario definido, que nos permita ir a correr o a pasear. Muchos jóvenes no se quedan las pastelerías familiares porque ven cómo trabajaban sus padres y esta vida no es la que quieren para ellos. Yo he vivido lo que es tener una familia pastelera. A mí, el día de Reyes, me tocaba abrir los regalos a las tres de la tarde porque estaban haciendo roscones y estas cosas marcan. Nosotros no trabajamos ni domingos ni festivos, mantenemos unos horarios y una estabilidad porque si la gente es feliz, trabaja feliz».
¿En qué crees que cambian más las nuevas generaciones?
«Uno de los grandes cambios es que antes las fórmulas eran secretas y se las llevaban a la tumba. Ahora, los jóvenes, si tenemos un problema, nos consultamos y nos ayudamos. Si vamos de la mano, los pasteleros crecemos y el oficio también».