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Impulsan la formación de voluntarios para preservar los nidos de tortuga boba en el Baix Penedès

GEPEC-EdC se propone encontrar a una sesentena de personas que quieran colaborar en el control de las puestas de huevos

Una cria de tortuga careta.

Una cría de tortuga boba.ACN

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GEPEC-EdC ha iniciado una campaña para formar voluntarios que ayuden a vigilar las puestas de huevos que cada verano hacen las tortugas bobas en las playas del Garraf y el Baix Penedès. Si bien la ONG hace años que trabaja a gran parte del litoral catalán, este verano se ha propuesto focalizar la atención en los seis municipios de esta franja para fortalecer un equipo de voluntarios que vele por su mismo territorio.

Con el proyecto ‘Rastros de vida’, la entidad ecologista se propone atraer al menos a una decena de voluntarios de cada uno de los seis municipios para hacer diferentes tareas de vigilancia de las tortugas. GEPEC ha presentado la campaña este lunes y los próximos días hará formaciones gratuitas en Sitges, Vilanova, Cubelles, Cunit, Calafell y el Vendrell.

Desde GEPEC-Ecologistes de Cataluña recuerdan que las puestas de huevos de tortuga boba han ido a más las últimas décadas, con una tendencia creciente que se repite a diferentes puntos del Mediterráneo. Uno de los motivos que ha conducido las tortugas hacia esta zona sería la evolución de las temperaturas.

«Por supervivencia de la especie, colonizan nuevas áreas que aseguren la supervivencia, ya que el calor activa un gen de los embriones que hace que se desarrollen más hembras», explica a la ACN al técnico de proyectos socioambientales de Gepec, Xavi Pedro, que recuerda que la supervivencia de los huevos de tortuga boba es de 1 de cada 1.000.

El año pasado por toda la costa catalana se contaron diez puestas de huevos de esta especie, cada una de las cuales tenía aproximadamente un centenar de ejemplares. Una de estas puestas se hizo en las playas del Vendrell. Aunque el año pasado sólo fuera una tortuga la que escogiera la zona penedesenca, Pedro asegura que toda esta franja ha sido escogida otros veranos y es potencialmente atractiva para estos animales. Por eso ahora quieren fortalecer a los voluntarios que ayuden a detectar el paso de las tortugas y a vigilar los nidos que estas puedan hacer.

Con ‘Rastros de vida’, a través de una formación de una hora en cada municipio, el GEPEC prevé enseñar a los voluntarios a diferenciar las especies de tortugas marinas, identificar las huellas de un rastro y conocer cuáles son los peligros que amenazan la tortuga boba. También quiere formar a los voluntarios en todo el protocolo que hay que seguir cuando se observa una tortuga, un rastro o bien se detectan pequeñas tortuguitas que han salido de los huevos para adentrarse en el mar.

En este sentido, Pedro precisa que la formación -que empieza el miércoles en Sitges- tiene como objetivo desarrollar dos roles de voluntariado. Por una parte, habrá los que caminarán por las playas de noche o a primera hora de la mañana para detectar posibles rastros e informar a los bañistas. Estos dispondrán de una nueva app donde se recogerá el máximo información posible para disponer de datos que permitan sacar conclusiones sobre donde se sitúan los huevos. Por ejemplo, se indicará cuándo se limpia la arena con tamizado mecánico o diferentes referencias climatológicas.

Con respecto al segundo perfil de voluntarios, serán los que custodiarán los eventuales nidos que las tortugas puedan hacer. Y es que, normalmente, del centenar de huevos que tiene una puesta, la mitad se dejan en la arena de forma vigilada, mientras que la otra mitad se les llevan centros de investigación para velar por una cría controlada y monotorizada.

Pedro recuerda que las tortugas hacen las puestas de noche y es la hembra quien sale del agua. Asegura que puede llegar a tardar dos horas en dejar todos los huevos en la arena y resalta que «es fundamental no molestarla nunca». Por eso, recalca que, si alguien ve una tortuga, es recomendable alejarse unos 30 metros, no hacer ninguna foto con flash y agacharse para que el animal no se piense que tiene cerca una amenaza. «No olvidamos que salen a hacer un trabajo muy concreto y el primero que quieren es proteger las crías, así que si se sienten amenazadas vuelven al agua y no sabemos dónde volverán a salir», añade.

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