Un órgano donado a Juan XXIII viaja por carretera por falta de controladores
Un vuelo ambulancia llevó de Madrid a Reus el equipo de trasplantes y no pudo devolverlo al superar el horario del Aeropuerto
El órgano de un donante en el Hospital Joan XXIII de Tarragona tuvo que ser trasladado por carretera hasta El Prat, este domingo por la noche, al haber superado el controlador del Aeropuerto de Reus el horario laboral establecido por ley, que fija para el colectivo una rutina determinada de descansos, y no haber un relevo. Un vuelo ambulancia procedente de Madrid aterrizó en Reus, hacia las diez de la noche, con un equipo médico encargado de la extracción del órgano en Juan XXIII.
Aunque el protocolo habitual en este tipo de actuaciones indica que el personal sanitario desembarque, realice la intervención para recoger el órgano y embarque nuevamente en el mismo avión para desplazarse al hospital donde espera la persona receptora del trasplante, la «falta de controladores» obligó a los facultativos a viajar con el órgano hasta el Aeropuerto de El Prat por carretera. Una vez allí, entonces sí, médicos y órgano volaron al punto de destino para llevar a cabo la operación al paciente que lo esperaba. Desde el Aeropuerto de Reus lamentan que la reducción de plantilla que entienden que ha tenido lugar y que ha dejado la torre del equipamiento con un solo controlador por turno dé pie a situaciones como esta.
Trabajadores del equipamiento denuncian «presiones» por parte «de la dirección del Aeropuerto y de Enaire» con el fin de asistir a este tipo de vuelos a pesar de haber superado la jornada, y explican que desde estos entes «se acostumbra a recordar al controlador en cuestión que, si no accede a seguir trabajando, está poniendo en juego la vida de una persona».
Actualmente, y según las mismas fuentes, hay ocho empleados que realizan tareas de controlador aéreo en la torre del Aeropuerto de Reus. Se da la circunstancia que, además, el horario operativo del aeródromo de Reus abraza hasta las doce de la noche, con la posibilidad de una hora adicional y «veinte minutos más que el controlador puede continuar en su sitio». La intervención quirúrgica para extraer un órgano puede alargarse entre tres y cuatro horas. Así pues como el vuelo ambulancia aterrizó en la capital del Baix Camp cuando pasaban ocho minutos de las diez de la noche, el equipo médico habría sido preparado para volver a volar más allá de la una, demasiado tarde.
Sistema de avisos de emergencia
En «circunstancias normales», si el controlador que había en su sitio hasta entonces no hubiera podido seguir trabajando, desde el Aeropuerto se hubiera movilizado otro, localizado mediante un sistema de avisos de emergencia, para cubrirlo y permitir que el vuelo ambulancia esperara a los sanitarios. Al «no haber bastantes controladores», apuntan fuentes de los trabajadores, «se ha suprimido este sistema» y, cuando el controlador entra en la franja de descanso, el equipamiento «no puede atender ni vuelos ambulancia, ni vuelos institucionales ni cualquier otro que se presentara sin haber sido programado con anterioridad y dentro del horario».
En previsión de este hecho, desde la institución que pone en marcha el protocolo de vuelos ambulancia –el OCATT en el caso de Cataluña y el ONC a nivel estatal– ya se contempló que el avión no podría recibir de vuelta a los facultativos y éste se elevó vacío a las diez menos cuarto de la noche para realizar el viaje de vuelta mientras que al equipo médico, con el órgano, lo esperaba el transporte por carretera hasta El Prat. Más allá del margen de tiempo que se añadió al traslado, y que no tiene que afectar a las condiciones de conservación del órgano, el tiempo sí que se carga sobre los sanitarios, los cuales, por norma, se ocupan también de la operación de trasplante al paciente que recibe el órgano que han ido a extraer en otro hospital, es decir, completan todo el recorrido.
Al menos dos profesionales más
Fuentes de Aena consultadas confirman la hora de aterraje del vuelo ambulancia, a las diez de la noche, pero no concretan en qué momento éste abandonó Reus. En Joan XXIII se limitaban también ayer a confirmar que, durante la noche de domingo a lunes, había tenido lugar en las instalaciones del centro hospitalario la extracción de un órgano para ser dado.
Desde el colectivo de trabajadores puntualizan que esta no es la primera vez que un vuelo ambulancia se ve en similar situación por el contexto en que desarrollan su trabajo los controladores, a los que «desde el equipamiento tampoco se ha ofrecido nunca la posibilidad de hacerse cargo de su responsabilidad si continuaran en su sitio más allá del horario, pero desde hace dos años el personal ha estado respondiendo y cubriendo el trabajo a pesar de saltarse la ley por su riesgo» y recuerdan que ellos mismos «hicieron una petición en Aesa pidiendo que si se quería seguir dando este servicio como mínimo había que incorporar dos controladores».
El año 2015, desde el Aeropuerto de Reus se registró un total de 86 vuelos ambulancia los cuales, medicalizados y con tratamiento similar al de uno privado, además de trasladar órganos, se destinan también a la evacuación de personas que requieren atención médica.