Las palomas asaltan las terrazas para comerse lo que queda en la mesa
Los restauradores piden al Ayuntamiento que actúe, ya que no es un caso aislado de una única plaza: sucede en todas las principales
Son las tres del mediodía, un grupo de jóvenes se levanta de comer de la terraza de una conocida cadena de panaderías de la plaza Prim. En cuestión de segundos, hasta once palomas que rondaban por el suelo rebuscando comida, asaltan los platos. Van a por la pizza, la carne picada con tomate y un bocadillo. En pocos minutos dejan los platos impolutos. Los turistas que se sientan dos mesas más allá se lo miran con una mezcla por sorpresa y asco. «Las que trabajamos aquí ya estamos acostumbradas, el problema es que nos rompen vasos cada dos por tres, y a los clientes, los molestan», asevera una trabajadora del establecimiento. No es extraño ver a ciudadanos comiendo y al mismo tiempo teniendo que apartar a los animales de la mesa o de las sillas de los alrededores, ya que estas palomas se sienten en su hábitat y casi ni se inmutan al paso de las personas. «No es normal, antes eso no lo hacían, me parece del todo insalubre esta situación», apunta a Josep Jordà, quien toma un café con leche con su mujer.
Aunque el problema de las palomas que se apropian, de forma literal, de las terrazas se hace especialmente visible en la plaza Prim, la situación se repite en cada una de las zonas con terrazas más populares del centro. En la del Mercado las palomas tienen auténtica obsesión por los crepes de una famosa cadena helero. «Si no recogemos rápido, ya las tenemos en encima la mesa», explica una joven trabajadora. «El principal problema es que cuando las palomas se posan en la mesa y hacen saltar los vasos y las copas en el suelo, los cristales pueden caer a otros clientes, y ciertamente es un tema que nos preocupa», comenta al camarero de un local de vermúes situado cerca del Ayuntamiento. «Es que, cuando un cliente se levanta, ves se tiran todas encima la mesa. No puedes dejar ni un cacahuete ni una sola patata, hay que darse prisa», añade.
Bajando unos metros más, a la plaza del Castillo, la encargada de una conocida pizzería comenta que su problemática llega cuando echan los toldos del porche abajo y las palomas que entran se encuentran con dificultades para salir: «Se vuelven locas y empiezan a darse golpes contra todo, algunas acaban estampándose contra las copas y las tiran por el suelo», explica. De cara a garantizar una correcta higiene de los elementos de la mesa, el restaurante ha decidido cambiar la forma de trabajar: «Antes dejábamos la mesa con las copas ya puestas para el siguiente turno, ahora lo que hacemos es que no las ponemos hasta el último momento», dice la trabajadora. Según sus cálculos, han estado perdiendo de la orden de dos copas diarias por culpa de las palomas, «y eso se traduce en dinero», afirma la responsable.
Todos los restauradores entrevistados coinciden en pedir al Ayuntamiento una actuación inmediata para revertir este fenómeno que tantos quebraderos de cabeza se los causa a las terrazas. Gerard Martorell, responsable de una crepería cerca de la iglesia de Sant Pere es quien más claro habla: «!No entiendo cómo el Ayuntamiento no está haciendo nada, se nos ponen dentro los platos! Tendrías que ver cómo lo dejan todo con el chocolate de los crepes...», se lamenta.
Son focos de hongos y bacterias
Las palomas son unos magníficos transportadores de bacterias y de hongos por|para las nulas condiciones higiénico-sanitarias en las cuales acostumbran a vivir, así lo explican a Diari Més dos profesores, una bióloga y un bioquímico, de la Facultad de Medicina de la URV en Reus. «En las plumas hay una serie de hongos que se denominan Dermatofits. Si se produce un contacto directo, podría ser contagiado a la persona. También son reservòries de Cryptococcus, otro hongo. Hay estudios hechos en otros países donde a las deyecciones –deposiciones que combinan orina y excremento– se encuentra este hongo que puede llegar a causar una Meningitis en personas inmunodeprimidas. Aparte tenemos las bacterias al uso, de estos, son peligrosos los que les pueden transmitir pulgas y garrapatas». Con todo, lo que más preocupa estos entendidos es el contagio indirecto, lo que se puede producir por el simple hecho de estar en un mismo ambiente: «Es el más problemático, puede venir de restos de las plumas, de las deposiciones o de las secreciones respiratorias. Para entendernos, es como si estás al lado de una persona que estornuda, eso genera un aerosol que tiene posibilidad de propagarse y puede ser inhalado por otra persona», exponía al docente bioquímico.