Urbanismo analizará la adaptación de las aceras de la calle Batan
La construcción de la nueva residencia para la tercera edad lleva al Ayuntamiento a revisar «la forma y la medida» de este céntrico tramo
El Ayuntamiento estudiará si el Plan Especial urbanístico que afecta a la calle Batan y que está convirtiendo el antiguo Cine Reus Palace en una residencia asistida para la tercera edad hará necesaria una adaptación de «la forma y la medida» de las aceras en la zona. Aunque lo cave de usos y la construcción del geriátrico no comporta la cesión de suelo municipal, Urbanismo valorará este acomodamiento del espacio inmediato en el futuro equipamiento con el fin de garantizar un encaje perfecto. Y es que la documentación del proyecto detalla que la ubicación próxima al centro no hará necesario un plan de movilidad para visitas y trabajadores, ni tampoco para los mismos usuarios por sus condiciones.
Tanto el dibujo como los trabajos, en caso de llevarse a cabo, tendrían que ser asumidos por la promotora que está materializando el proyecto sobre las ya desaparecidas salas de proyecciones, y que en este caso es la barcelonesa Cielo Urbano SL. Hace pocos días, la empresa encargada del derribo del Palace, Profirex Derribos SL, daba por finalizadas las obras en este sentido y confirmaba el inicio de las que dejarán paso a la construcción del sótano de la residencia, probablemente destinado a aparcamiento de vehículos.
El condicionante, que fue introducido en el informe redactado por los servicios municipales de Urbanismo a principios de año, compromete a la promotora a garantizar también el buen estado de las mitjaneres. En la misma línea, la Comisión Territorial de Urbanismo del Campo de Tarragona había incorporado al Plan una serie de prescripciones relacionadas con diferentes ámbitos. «Con respecto a la volumetría», tal como detallan fuentes de Territori, «el documento aporta una definición de gálibos máximos, vista la posición del equipamiento a caballo entre dos tejidos urbanos: el de los arrabales y el de los nuevos ensanchas». «En cualquier caso», según precisan las mismas fuentes, «el ajuste planteado no afecta a la volumetría de la edificación finalmente prevista al proyecto».
Cierres y una zona interior
En concreto, estas prescripciones fijan en 15 metros la profundidad edificable, en 4 el número máximo de plantas con «un retroceso de la edificación» que facilite el encaje con los edificios de los alrededores y la reserva «de una franja de 15 metros en la planta baja» igualmente en el límite con el resto de edificaciones. Asimismo, «los cierres que sobrepasen los parámetros reguladores de las claves confrontadas en altura o profundidad, y que permanecerán siempre vistos, tendrán que tener tratamiento de fachada». Y «si urbanísticamente es posible, habrá aberturas para evitar paredes ciegas». El espacio interior que quedará rodeado por las edificaciones tiene «dos ámbitos diferenciados: lo que se encuentra situado en el noroeste, de forma rectangular y lo que está situado en el sureste, de forma trapezoidal.» El rectangular «quedará libre en la planta baja con el fin de garantizar una mejor salubridad, iluminación y confort del nuevo equipamiento». El trapezoidal «estará ocupado por la planta baja, uniendo a un mismo nivel los volúmenes edificados en las plantas piso».
«Con el fin de generar un mayor confort a los vecinos», tal como detalla el mismo Plan, se tendrá en cuenta que los cierres que sobrepasen los parámetros de altura tengan esta condición de fachada. La propuesta inicial –con tres años de margen para consumarla– ha programado destinar la planta baja a «usos comunes», en las plantas piso se colocarían las habitaciones –posiblemente unas 120 plazas, pendiente de confirmación– y el sótano quedaría reservado en aparcamiento.