«'Innocents' es un disco de amor, pero de amor a uno mismo»

—'Innocents' es un trabajo que se puede leer como un todo. ¿Había esta voluntad de construir un relato en que las canciones funcionen de esta manera?

—Sí. Aunque no llega a tener la intención de un disco conceptual, el disco acaba siendo una especie de viaje iniciático que transcurre por los relatos de esta historia. Una historia que nace a partir de la canción 'Innocents', que fue la primera chispa.

—¿Qué es 'Innocents'?

—'Innocents' es el nombre del disco, en plural y sin artículos, porque no hace referencia a nadie en concreto, y al mismo tiempo se refiere a todos nosotros. Me gusta decir que es un disco de amor, pero de amor en uno mismo. Nacemos inocentes, sin el peso de la culpa, y el precio de la experiencia de vivir es perder esta inocencia. Con el trabajo también quiero expresar la necesidad de otorgarnos el veredicto de inocentes delante de nosotros mismos, de darnos el permiso para acertarla o cagarla. Aprovechar lo que nos pasa para cambiar las cosas, si creemos que es el momento de hacerlo, y si no, no pasa nada, la vida ya nos lo volverá a poner en frente.

—Es una visión de la vida y de la propia existencia muy adulta.

—No sé si es un disco muy maduro, pero obviamente las canciones son desembocaduras de estados personales, emociones y vivencias. Lo que sí que pienso es que va mucho a la esencia, tanto personal como musical. Musicalmente, me ha gustado mucho vestirlo con esta esencia. También me iba bien, para desmarcarme de discos anteriores, hacer una cosa muy sencilla pero no simple; que las canciones tuvieran en la producción sólo los elementos que después encontramos en el directo. A diferencia de otros discos, que quizás tenían una producción más preciosista y unos arreglos más evidentes, aquí sólo lo hemos vestido con dos guitarras, un bajo y una batería, y eso casaba muy bien con el relato de la historia.

—¿Esta búsqueda de la esencia ha marcado también la manera de componer?

—Sí, me ha hecho replantear mucho la manera de trabajar, porque he tenido que esforzarme en poner menos ingredientes sin que aixo fuera en contra de la solvencia de la canción. Me ha costado más tiempo, pero el resultado son unas canciones mucho más directas e incisivas, direccionadas con mucha más intención.

—Este disco se ha cocinado a fuego lento.

—En esta ocasión he querido que el disco se hiciera a tiempo real. Empezamos en el estudio con sólo dos canciones, 'Innocents' y 'Enganxat', para tratarlas como si fueran un single de doble caro, con toda la atención y el cuidado. Después, hice dos canciones más, y así hasta la serie final. Ha sido como poner los marcadores a cero cada vez y no salir del camino prefijado, una manera de trabajar que pienso que ha ido mucho a favor del disco.

—En la última canción, L'aura, acaba dando las gracias.

—Es un disco de agradecimiento por todo lo que nos pasa. Empieza con 'El bon amor' y acabo dando las gracias. Y en medio está 'La fera', que todos la buscamos a fuera cuando en realidad la llevamos dentro. Pienso que está bien reconocerla, abrazarla, pero no identificarnos.

—¿Es un disco de reconciliación con uno mismo?

—Sí, totalmente. Es un disco de enfrentarte mucho a la fiera, pero al final acaba siendo luminoso, tanto musicalmente como con el mensaje de fondo.

—Estrenará el disco en el Bartrina. ¿Cómo afronta este concierto en casa?

—Con muchas ganas. El viernes 16 de febrero estamos en Luz de Gas, en Barcelona, pero para mí es muy importante que al día siguiente toquemos en casa. Soy un músico de aquí, vinculado a la ciudad, y el disco está hecho íntegramente en Reus. Además, pienso que el Teatro Bartrina es un sitio perfecto para presentarlo.