Diari Més

El CUAP Sant Pere de Reus vive un episodio de violencia y reclama más seguridad

El personal activó ayer el protocolo interno de alarma por la irrupción de un hombre «muy alterado» que «propinaba golpes en el mobiliario»

Una imagen de archivo de la entrada en las instalaciones del CAP Sant Pere de Reus.

El CUAP Sant Pere de Reus vive un episodio de violencia y reclama más seguridadOlívia Molet

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Los trabajadores del CUAP Sant Pere piden la presencia, 24 horas al día y 7 días a la semana, de al menos un vigilante de seguridad que los dé apoyo en el acceso al mismo centro. La reivindicación, de que se había mantenido latente desde que este servicio fuera retirado coincidiendo con el inicio de los recortes, ha reavivado después de que, ayer, la plantilla de las urgencias sufriera un episodio de «amenazas» y «violencia verbal» a raíz de la irrupción de una persona «muy alterada» en las instalaciones.

Los hechos tuvieron lugar ayer hacia las siete de la tarde, cuando un hombre de mediana edad entró en el CUAP reclamando, según el relato de los empleados, ser trasladado en ambulancia a algún otro punto. El hombre, que mostraba «signos de estar muy alterado», propinó varias «veces al mobiliario y profirió gritos contra los trabajadores». La plantilla activó, delante de eso, el protocolo interno que se pone en marcha en casos de este tipo. Y se encerró en una de las salas. Varios empleados respondieron a la alarma que enviaban desde las urgencias y acudieron al lugar|sitio. La situación requirió la intervención de los Mossos d'Esquadra y el hombre acabó recibiendo atención médica en el mismo CUAP. En aquel momento no había ningún paciente esperando en la sala.

El CUAP sí que dispone de vigilancia, pero sólo tiene en fin de semana y durante las noches, cuándo la afluencia de enfermos en las urgencias es presumiblemente más elevada. El hecho de que el episodio tuviera lugar cerca de las siete de la tarde, una franja en que todavía los pacientes acuden a sus centros de referencia, propició que las instalaciones se encontraran vacías y sólo estuviera el personal que ofrece la atención médica.

El secretario general del sindicato USITAC, Josep Tutusaus, quien relata la escena, explica que «realmente se han vivido momentos de tensión porque esta persona estaba muy agresiva y temíamos que pudiera acabar pasando alguna cosa». Ningún trabajador, con todo, resultó agredido físicamente, «pero verbalmente sí y los que estaban en urgencias pasaron mucho miedo».

La presencia de al menos un vigilante, valora Tutusaus, «es muy necesaria para evitar cosas como estas, que habrían estado también peligrosas para los pacientes si el CUAP no se hubiera encontrado vacío cuando el hombre entró». El mostrador donde se localiza el empleado que recibe las visitas, precisa, resulta un punto especialmente complicado porque «no tiene salida» y el trabajador que lo ocupa «no puede escapar fácilmente si tiene que afrontar algún momento de tensión o si está a punto de sufrir una agresión». El secretario general del sindicato lamenta que «tengamos que vivir eso para hacer visible que hay que tener más seguridad».

El doble de superficie

USITAC ha trasladado ya a la dirección del centro la petición que los profesionales del CUAP «no sigan trabajando en estas condiciones» y Tutusaus explica que «ya sabemos que está el sistema de alerta interna y que tenemos algunos mecanismos para cuando hay un caso así pero no es suficiente». El punto toma relevancia en un momento en que se está llevando a cabo una obra de ampliación que multiplicará por dos la superficie de las urgencias del centro y, por lo tanto, previsiblemente atraerá en poco tiempo a más pacientes en sus dependencias.

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