FAVR, Valentín Rodríguez
Rodríguez dejará el cargo con 30 entidades federadas y satisfecho del lugar que ocupa el movimiento vecinal
La Federaciód'Associacions de Veïns de Reus (FAVR) convocará, aprincipios del 2019, elecciones para renovar la Junta. Los estatutos no permiten al actual presidente, Valentín Rodríguez, volver a presentarse después de dos mandatos. El calendario del proceso se definirá en asamblea, este mes de octubre. A las elecciones sólo se puede concurrir con una lista y cada entidad federada tendrá un voto. De momento, nadie ha dado el paso adelante.
—¿Qué balance hace, a nivel personal de estos 8 años al frente de la FAVR?
—Positivo. Han sido 8 años y han pasado rápido. He vivido muchas cosas, he conocido a muchísima gente, he aprendido. Como entidad, hemos dado un salto importante: llegamos a la Federació con unas luchas internas impresionantes, con un peso inexistente en la ciudad y pienso, honestamente, que hemos colocado el movimiento vecinal como un referente. Representamos una parte muy importante de Reus. Podemos estar contentos y terminar con la cabez relativamente alta.
—¿Cuántas entidades vecinales forman parte de la Federació, ahora? ¿Piensa que son muchas? ¿Pocas?
—Son 30, 28 y dos que entrarán ahora en octubre. En una ciudad donde habrá unas 34 activas, que sólo 4 o 5 no estén federadas hace que estas 30 sean una cantidad muy grande. Eso genera unidad en el movimiento vecinal. Y es importante a la hora de trabajar y de reivindicar. Tenemos gente de todas partes y encontramos el punto de colaboración que hace que, aparte de todo, la gente se lo pase bien y haya buen rollo. Es el compañerismo y la ayuda mutua.
—¿Qué rol juega la Federació? ¿Por qué es importante?
—Somos la realidad de los barrios, lo que pasa día a día en las calles, las preocupaciones de la gente, lo que los motiva. Somos la voz de los vecinos. Los políticos hacen su análisis. Sin embargo, en lo que está pensando la gente es en pagar el recibo de la luz, hacer frente a una hipoteca, al llegar a final de mes. Ayudamos y el trabajo no siempre es visible, porque es delicado. Nuestro servicio de asesoramiento jurídico no se ha detenido en 8 años.
—¿Cómo son los barrios de Reus?
—Nosotros somos 30 barrios y hay de todo. No hemos salido de la crisis. Continuamos con muchos problemas básicos. Todavía mucha gente va al Banc dels Aliments. Los abuelos siguen haciendo de padres y manteniendo familias. Nos han llegado casos de personas mayores que no dejan de pagar la hipoteca o el alquiler porque tiene miedo de que le quiten la casa, no tiene suficiente dinero, y no come. Y acaba llegando al hospital con desnutrición. Niños que tienen que hacer el desayuno en la escuela para garantizar que tengan esta comida. La época mala no ha pasado y los barrios acarrean muchas necesidades básicas. También en seguridad y en limpieza.
—¿Es real la denuncia recurrente que la mayor parte de recursos van al centro?
—Eso es y siempre será así. Todos pagamos los impuestos. Y cuando pagas lo que esperas es recibir, que las condiciones mínimas de tu barrio estén completas. Sí que hay esta sensación. Sobre todo, en seguridad. Que la Guardia Urbana no llegue porque se está haciendo un operativo en el centro o que los grados de limpieza no sean los mismos... Eso nos lo han explicado: la prioridad es limpiar el centro y, si se tiene que sacar un equipo de algún punto, se saca de la periferia. No es ninguna fantasía. Y hace que nos sentimos desatendidos.
—¿Qué queda por hacer? ¿Cuáles son las grandes cuestiones a resolver?
—No son cuestiones grandes, son pequeñas. Por ejemplo, un árbol que se tiene que cortar. Son de seguridad, de urbanismo. Al final, lo que nosotros hacemos es enviar información y colaborar con el Ayuntamiento para mejorar la ciudad. Si hay un coche abandonado, una acera rota, la sensación que ocuparán un piso, lo decimos. Pero, a veces, no sabemos qué criterios tiene el Ayuntamiento. Hay veces que tenemos suerte y otros que no.
—Han liderado algunas luchas a nivel muy local y otras de territorio.
—Pronto cerraremos la recogida de firmas por el apeadero de Bellissens. El apoyo a las personas mayores, con la colaboración de servicios sociales, y la red con los comercios también han sido importantes. Nos hemos posicionado, de una manera dura, sobre el Hospital y el acelerador. Y con el Campi hacemos una campaña de civismo a las escuelas. Tenemos la gala solidaria que en noviembre la volveremos a hacer.
—¿Como presidente, a lo largo de todo este tiempo, ha vivido situaciones duras?
—A veces, te marchas con muy mal regusto. Hace poco, una abuela discutió con su hijo y él la hizo fuera de casa. Con 80 años. Tuvimos que mirar cómo hacer para avisar y que pudiera pasar la noche en una pensión. Aprendes síntomas de cuando una persona puede tener problemas. Por ejemplo, que pague la barra de pan con monedas pequeñas de céntimos. También están los días que resuelves alguna cosa y te hace feliz.
—Los estatutos no le permitirán repetir, sin embargo, ¿querría poder hacerlo?
—Cuando entramos, cambiamos los estatutos para que el presidente no lo pudiera ser más de 8 años. Si no, la tentación de seguir puede estar. Y 8 años en un cargo ya está muy bien. Si no has hecho cosas en 8 años, no las harás. Nosotros eso lo hacemos por amor al arte. Y también quema. No siempre haces amigos. Yo he llegado a ir a los Mossos d'Esquadra a preguntar si necesitaba protección.
—Hay quien ha cuestionado su figura por entender que es próxima al gobierno. Y algunas entidades han dejado la FAVR.
—Me han dicho que iba de segundo de Pellicer y de segundo de Podem. No sé. La relación con el equipo de gobierno ha sido buena y, a veces, también mala. Yo defiendo los intereses de la Federació, coincidan con los del gobierno o no. De las entidades que se han marchado, la última lo ha hecho porque no fui a las fiestas del barrio. Dos salieron cuando aplicamos los criterios de transparencia en las cuentas de la Federació.
—¿Qué consejo daría al próximo presidente?
—Paciencia, tranquilidad. Y que cuente hasta diez y piense las cosas dos veces. Paciencia con los políticos, con los compañeros presidentes y para trabajar. Se trata de aportar un granito de arena.