Teresa Aguadé Tarés: Presidenta de l'Ass. de Profesores de Danza de las Comarcas de Tarragona
«Me hace sentir contenta y emocionada que se valore todo el trabajo que he hecho»
Teresa Aguadé ha recibido el Premio a la Trayectoria profesional de los IX Premio Beca Roseta Mauri, que se entregaron este enero al Teatro Bartrina
—¿Cómo recibió la noticia de ser reconocida con el Premio a la Trayectoria que otorga la Asociación de Profesores de Danza de las Comarcas de Tarragona?
—Con sorpresa, primero porque que soy presidenta de la entidad que convoca el premio. Este galardón se creó hace dos años, con motivo de la Capital de la Cultura, y no sabíamos si habría una segunda edición. Pero el Ayuntamiento, supongo que previendo que celebraríamos el Any Roseta Mauri nos dijo que contáramos. Cuando fui a recoger el acta del jurado me dijeron que ya se le darían al alcalde, y no me extrañó, porque el Ayuntamiento estaba detrás. Después, cuando supe que era yo, en un primer momento me sorprendí, porque había otros candidatos que también se lo merecían, pero también me sentí muy valorada, y pensé que ya era hora que alguien me lo dijera, porque he hecho muchas cosas por la danza y por Reus. Me hace sentir contenta y emocionada que se valore este trabajo, que no la conoce nadie pero que todo el mundo lo sabe, es como un secreto a voces. Me hace sentir muy orgullosa.
—Usted tiene una larguísima trayectoria de trabajo en favor de la danza en Reus y en nuestras comarcas. ¿De qué se siente más orgullosa?
—Primero, de las compañías de danza que creé en su momento, que eran innovadoras. Recuerdo que ensayábamos hasta altas horas de la noche, y allí no cobraba nadie, recibíamos una subvención de 60.000 pesetas que servía para pagar vestuario. Hicimos muchos espectáculos, fueron casi dieciocho años. Después, también introduje la danza clásica al Grup Dansaire, hecho que también fue una innovación. Llevamos la danza contemporánea con el proyecto Perifèrics de la Generalitat, y también trabajé en el proyecto Lunes Teatre Obert del Teatro Bartrina, por el cual se hacía un día de puertas abiertas de danza una vez al trimestre. También he formado parte de la comisión artística del Teatro Fortuny, y tronco presidenta de la Associació de Dansa de les Comarques de Tarragona, todo eso aparte de mi trabajo ordinario de dar clases de danza. Siempre me han pedido mil y una colaboraciones con estas y otras cosas, y nunca he cobrado nada, porque pienso que la danza tiene que estar en todos los ámbitos. Cuando lo conseguimos, entonces podremos decir que tiene una buena salud.
—¿De donde viene, esta pasión por la danza?
—De la casualidad. Llegué al mundo de la danza porque caminaba mal, y los médicos me querían operar. A mi madre no le parecía lógico, y un médico de Sant Joan de Déu le dijo que me apuntara a danza. Fuimos al Centre de Lectura, y al cabo de tres meses ya caminaba bien, porque el problema era por una mala colocación. Entré con seis años, y hasta ahora. Aunque bailé con una compañía de Barcelona, siempre me he dedicado más a la pedagogía. En el momento en que tenía que decidir qué quería hacer, la directora de la entidad en el Centre de Lectura se prejubilaba y me ofreció dar clases. Yo lo valoré, y decidí que lo haría, pero que antes tenía que prepararme bien, igual que si hubiera decidido ser bailarina. Y no me arrepiento nada. Me saqué la carrera de danza, que después conseguí que fuera reconocida por el Ministerio, y ahora también estoy trabajando en la escuela Sant Josep haciendo optativas de danza y teatro, y vivo de la danza.
—¿Le queda algún sueño por cumplir?
—He conseguido ser la directora de la Escola de Dansa, he formado una compañía y he podido crear mis espectáculos como coreógrafa, y eso me ha dado un gran placer, he triplicado a los alumnos de la Escola, porque empecé con cien y ahora son más de trescientos, he llevado la danza a todos los ámbitos y esferas, desde la calle al Liceo. No sé si me quedan cosas para hacer, pero cada año es un reto para hacer cosas diferentes y nuevas, que me sigan motivando. Y el día que se acabe, se habrá acabado, y no pasa nada, vendrá otro que cogerá el carro.
—¿Finalmente, como valora que Reus celebre el Any Roseta Mauri?
—Es un hecho muy importante, porque siempre hablamos de pintores o arquitectos, que yo no digo que no hayan sido mayores, pero su obra se ve. La danza en cambio es efímera, hecho que es un inconveniente, pero también una virtud, porque aquel momento es único. Creo que Roseta Mauri se merecía este año.