Daniel Villanueva. Director de la Escuela de Cine de Reus, ECIR:
«Es bonito ver cómo la Escuela de Cine ha calado en la sociedad reusense»
La Escuela de Cine de Reus celebra cinco años de vida y anuncia una alianza con la URV para poner en marcha un Diploma de posgrado
—Este 2019 celebran los cinco años de la ECIR con novedades importantes.
—Lo más importante de todo es que hemos superado los cinco años de vida. Parece que hayan pasado cuatro días, pero ha sido una travesía bastante dura.
—¿Por qué?
—Montar una escuela ya es difícil. Pero en este caso no estamos hablando por ejemplo de una escuela de idiomas, donde necesitas una pizarra y poca cosa más. Hace falta mucho material, y cada pieza de este material es carísima, por eso todo ha sido muy lento. Hoy ya tenemos todo un equipo de rodaje, pero nos ha costado cinco años.
—En todo este tiempo ya han formado varias hornadas de alumnos. ¿Al salir del ECIR han podido trabajar en el sector?
—Hay productoras que se han creado gracias a estas hornadas y que ya están trabajando en el territorio, y eso nos hace muy felices. Vemos que quién tiene talento y ganas de trabajar se busca la vida y sale adelante, pero sabiendo que, a escala industrial, eso es un desierto, son conscientes de que se tienen que marchar a fuera, a Barcelona o a Madrid. En el territorio casi no hay industria, pero pensamos que eso se puede solucionar precisamente desde la base, con la formación. Siempre he pensado que es una cuestión de tiempo. No pretendemos que en Reus haya una gran industria de sopetón, pero pensamos que todo puede cambiar y mejorar.
—¿El sector audiovisual está viviendo un momento especialmente dulce, con las nuevas plataformas?
—Totalmente. Con estas nuevas plataformas tiene todo el sentido del mundo haber montado una escuela de cine hace cinco años. Quizás sin ellas todavía pensaríamos que llegar a ser cineasta, montador o director de fotografía es una utopía. Pero plataformas como Netflix están invirtiendo más de cinco mil millones de dólares anuales, y eso es trabajo. Además, cine y televisión han roto la frontera, hoy día nadie con dos dedos de frente podría decir que Juego de tronos no es cine. La industria está más viva que nunca, y ahora el contenido es el rey. Eso hace que las productoras tengan mucha fuerza a la hora de vender sus proyectos.
—En este contexto, ¿el cortometraje también está revalorizado?
—Sí, el cortometraje es un formato ideal hoy día, que la gente ve cada vez más series porque tiene menos tiempo y se lo administra como quiere. Grandes cineastas están volviendo al corto porque ven que hay historias que no hay que explicar con dos horas. Y, a nosotros, como herramienta formativa, nos va genial, y ha quedado constatado que cuando queremos hacer alguna cosa un poco potente lo podemos hacer con este formato. La productora de la escuela siempre ha tenido muy claro que queremos seguir las carreras de nuestros alumnos, hacer segundas y terceras obras con ellos, de manera que acaben dando el salto hacia los largometrajes o las series. Estamos dispuestos a crecer con ellos, y nos gustaría que el Camp de Tarragona fuera un territorio de producción, arrancar nosotros este engranaje que cuesta tanto arrancar. Esta es nuestra hoja de ruta.
—En este sentido han dado un paso importante, trabajando en un convenio con la URV. ¿En qué consistirá?
—Hacía tiempo que dábamos vueltas en cómo teníamos que crecer. Empezamos con una titulación propia porque siempre hemos creído en el concepto del oficio. Pero notábamos que había muchos alumnos que querían un título que les diera una cierta seguridad en el mercado laboral, y vimos que el socio ideal sería la URV. Sólo puedo hablar maravillas de esta relación que acabamos de iniciar, y por la que ofreceremos un Diploma de Posgrado en Dirección Cinematográfica, que tiene como objetivo que el alumno aprenda todo el proceso, desde como coger un guion y como transformarlo en una película. Creemos mucho en esta sinergia y estamos muy contentos con que haya llegado en este quinto aniversario.
—También han hecho un cambio de sede. ¿Por qué motivo?
—Ha sido un cambio que a priori es temporal, motivado porque en el barrio del Carme están a punto de derribar dos edificios, justo en la calle de Sant Francesc. Previendo todos los problemas que comportaría, sobre todo de ruido, buscamos una alternativa, y la Cambra de Comerç de Reus nos abrió las puertas de par en par. Es bonito ver cómo el proyecto de la Escuela de Cine ha calado en la sociedad reusense, y allí donde necesitamos socios estratégicos todo funciona perfectamente. También hemos cerrado patrocinios con La Fira Centre Comercial y con Vermuts Miró, estamos creciendo, nos queremos hacer más fuertes y vemos que hay socios que también aman la ciudad y creen en nuestro proyecto. En la celebración del quinto aniversario también tuvimos de colaborador el Forn Sistaré, que siempre está con nosotros, empujando. Todas estas son las novedades de este año, que no son pocas. No hemos parado, en cinco años hemos hecho una veintena de cortometrajes, y eso da un poco de vértigo, pero también es cierto que lo hemos vivido de una manera muy natural, era lo que teníamos que hacer.