Autor del libro 'El llegat del doctor Elies Can' (Cossetània Ed.)
«En el siglo pasado los médicos no cuidaban tanto, pero eran tanto o más queridos que ahora»
El doctor Eduard Prats ha publicado su segunda novela, ‘El llegat del doctor Elies Can’, una historia ambientada al siglo XIX
El doctor reusense Eduard Prats, master en Bioética, se define como un médico digestólogo interesado por la ética médica y las cuestiones éticas relacionadas con la vida de las personas en el mundo de la salud. En esta novela relata la vida del doctor Elies Can y su búsqueda de la verdadera esencia del buen médico.
—¿Quién es el doctor Elies Can?
—Es un médico que, desde muy joven, tiene inclinación por los hechos que afectan a la salud. El padre era medicinal y él quiere profundizar en esta cuestión, viendo que los remedios que puede ofrecer el padre son muy limitados. Elies Can busca la manera de ir más allá. Su familia es pobre, pero encuentran la manera que pueda acompañar a un médico y, después, gracias a una familia bienhechora, realizar los estudios académicos, que en aquella época duraban cuatro años. Los hace en Barcelona y, cuando acaba, vuelve a su población de origen, Vilamajor del Camp.
—Es una población que nos resulta familiar...
—Sí, Vilamajor del Camp sería el Reus de la época. Utilicé este recurso para tener la libertad de inventarme una calle o un personaje sin que nadie se sintiera aludido.
—En la novela vemos cómo se formaban los médicos de la época.
—Sí, entonces los médicos no se establecían, no existían las plazas en los hospitales o ambulatorios. Él hace lo mismo que hacían otros oficios, ir de un pueblo a otro, ofreciendo sus servicios. En un determinado momento, con sus ímpetus de juventud, comete algunos errores y acude a un médico retirado que representa la figura típica del consultor, o profeta que vive en la montaña. Después, poco a poco, evoluciona hacia una medicina el máximo científica posible, luchando contra muchos tabúes y maneras de hacer ancestrales, hasta que se consolida como un médico plenamente entregado a los pacientes.
—La historia concluye con un mensaje del doctor Can que encuentra otro de los protagonistas, su nieto Elies Ardèvol.
—La carta que encuentra el nieto del doctor es el mensaje que quería hacer llegar con este libro. Aunque en aquella época la medicina estaba en mantillas, los médicos eran tanto o más queridos que ahora, aunque seguramente curaban menos a los pacientes. El mensaje es que el paciente, que evidentemente quiere ser curado, también desea ser tenido en cuenta, ser comprendido en su enfermedad y ser acompañado.
—El nieto del doctor Can, Elies Ardèvol, dedica parte de su vida a recuperar el legado del abuelo, con el fin de hacerlo llegar a su hija Cristina, que quiere ser médico. ¿Qué papel juega, en la historia, este hombre?
—Elies Ardèvol es una persona muy formada, un farmacéutico que sufre un trastorno obsesivo compulsivo. En aquella época, en los años cuarenta del siglo pasado, no había medicamentos para combatirlo, y algunos pacientes tomaban morfina, que los templaba. El hijo de Elies Ardèvol muere a la guerra y eso le hace recaer en la morfina. Es un personaje que acaba mal, demenciado. Parecería una historia de fracaso, pero es él quien acaba escribiendo la vida del abuelo, y objetiva lo que tiene que ser la buena práctica médica.
—Usted dedica el libro a su abuelo y a su padre, los dos médicos, como Usted. ¿Qué legado le dejaron ellos?
—De ellos aprendí tres cuestiones importantes. La primera es que fueron personas muy estudiosas. Había visto a mi padre levantarse a las cinco de la mañana para estudiar, porque con tantos hijos por casa era la única manera de poder hacerlo, y sé que el abuelo también era muy estudioso. Después, que hay que ser muy respetuoso con la gente que llama en la puerta, tanto es que sea una persona con muchas posibilidades o una persona humilde, o sean pacientes de comportamiento difícil. Y la tercera es la disposición, estar siempre disponible para el paciente.
—Usted es especialista en bioética. Esta disciplina también plantea varios principios para la práctica médica.
—Los avances médicos han puesto la bioética de nuevo sobre la mesa. Años atrás, se basaba en dos principios: hacer el bien y no hagas el mal. Después, con los avances científicos y tecnológicos y la proclamación de los derechos de las personas, se añade el concepto de la autonomía del paciente. Finalmente, se suma un cuarto principio, el de la equidad, que hace referencia a los recursos que se dan a cada paciente.