La 'saetera' sale a recibir los pasos por primera vez desde la Prioral
La Processó del Prendiment recupera el ‘Cante de Saetas’, que en el 2018 no se pudo hacer
La Prioral de Sant Pere se estrenó ayer por la noche como escenario del tradicional Cante de Saetas, la culminación de la Processó del Prendiment que había partido cerca de una hora antes desde el templo de la Puríssima Sang. Hasta ahora, este acto emotivo de la Semana Santa se llevaba a cabo en la plaza del Mercadal. Y en el 2018, por enfermedad de la saetera, no pudo celebrarse. La recuperación del Cante de Saetas después de un año de ausencia, pues, tuvo lugar a un nuevo espacio.
El presidente de la Agrupació d'Associacions de la Setmana Santa de Reus, Josep Domene, había explicado hace algunos días que el movimiento se consumaba «para tratar de darle otro punto de vista al acto», que acostumbra a resultar multitudinario. Ayer, aunque algunos todavía esperaban en el Mercadal la salida de la saetera, decenas de reusenses se reunieron en el Cementeri Vell para oír las saetas. Desde uno de los niveles inferiores del Campanari, la saetera salió a la finesta para dedicarle su emocionado cante a los cuatro pasos que conforman la Processó del Prendiment: la Segona Caiguda de Jesús, de la Germandat de Sant Miquel Arcàngel; el Ecce Homo, de la Confraria dels Sants Just i Pastor; La negació de Pere, de la Confraria de Sant Pere Apòstol; y Jesús troba la seva Mare, de la Confraria de Jesús de l’Amargura.
Organizada por las cofradías de los Sants Just i Pastor, Jesús de l'Amargura y Sant Pere Apòstol, la Processó del Prendiment había dejado ayer atrás puntual, a las ocho y media de la noche, la Puríssima Sang. Precedían a la comitiva los Armats de la Sang y el característico ritmo de las lanzas, acompañadas de cornetas y tambores. Los Armats cuentan por primera vez este 2019 con una mujer en la cohorte romana, aunque su participación siempre ha sido abierta. En sus 314 años de historia, sin embargo, no se había dado nunca este hecho.
Vestida, cómo marca la tradición, de riguroso negro, la saetera se dejó ver esta vez desde una de las ventanas de la Prioral para dirigirse a los pasos que se le enfrentaban desde el Cementeri Vell. En un espacio con bastante menos iluminación, su figura quedaba difuminada entre la piedra de la iglesia.
Mientras por las calles del centro transcurría el Prendiment, en Sant Josep Obrer se celebraba la Processó Penitencial, organizada por la Germandat de Sant Josep Obrer y con la participación de los Armats de la Sang, de los costaleros del Sant Crist de l'Arxiconfraria del Sant Crist de la Creu y de la banda de cornetas y timbales Verge de Misericòrdia. Este año participó también el paso de la Confraria de la Verònica en motivo de su 70º aniversario junto con la Agrupació Musical La Verònica. Hoy, a las once de la noche, se hará la Processó del Silenci.
Una imagen recuperada
El Viernes Santo, después de su participación en el Tradicional Viacrucis, los pasos de la Verònica y de Nostre Pare Jesús del Calvari se encontrarán en la plaza de Prim con el fin de recordar una bonita anécdota de la Semana Santa reusense a raíz de una fotografía que se recuperó hace unos años. Las dos cofradías ya participaban en el Viacrucis en los años cincuenta y, en el momento de finalizar el acto, los Natzarens bajaban por la calle Sant Joan para dirigirse a la Parròquia de Sant Francesc, su sede parroquial, y La Verònica bajaba por la calle Llovera para ir hasta la Casa March, donde guardaban el paso. Algunas veces las dos coincidían y se encontraban justo en medio de la plaza Prim, un encuentro que evoca precisamente cuando La Verònica encuentra al Natzarè camino del Calvari y le seca su rostro. En uno de estos encuentros, se realizó una fotografía donde se ven juntos los dos pasos, acompañantes de cofrades de las dos cofradías.
Este año 2019 y en motivo de la celebración del septuagésimo aniversario de la Confraria La Verònica y del septuagésimo aniversario de la fundación de la Confraria de Nostre Pare Jesús del Calvari La Verònica y El Natzarè se reencontrarán después de más de cuarenta años en este lugar tan emblemático de la ciudad.