Las clarisas de Reus cierran la iglesia a celebraciones y detienen la producción de dulces
Integradas en la vida contemplativa, animan ahora a «estar juntos y hablar»
El cambio de rutinas que el control del coronavirus está generando por todo el mundo ha llegado, también, al convento de las Germanes Clarisses de Reus. La comunidad, integrada en la vida contemplativa, ha tenido que aplicar algunas medidas para «hacer caso de todas las indicaciones de sanidad y las que se han dado a nivel civil; también las de no salir». La hermana Teresa explica al Diari Més que el día a día «ha variado un poco, al menos en lo que es más sustancial» y que «la iglesia, ahora, la tenemos cerrada, no podemos hacer las celebraciones de la eucaristía y tampoco lo abrimos el domingo por la plegaria de todo el mundo». Además, «hemos detenido la producción y la venta de los dulces que elaboramos, para evitar riesgos y cualquier peligro y también porque la gente, al tener que estar cerrada, tampoco se acerca».
Esta última decisión la han tomado las clarisas conscientes de que «ya se ha dicho que los alimentos no contaminaban» y con la intención de «actuar, igualmente, con la máxima prudencia, tanto por la seguridad nuestra como también por la de todo el mundo», especialmente «para que nadie salga para venir a buscar eso».
La paralización del obrador «es una manera de solidaridad y de estar al mismo nivel y en las condiciones de las personas que tienen su negocio y no lo pueden sacar adelante en estos momentos», una situación en que la comunidad no es ajena. La producción se reanudará «cuando pase el estado de alarma y todo vuelva a la normalidad». Aparte de eso, «vigilamos de lavarnos las manos mucho y de tener mucho cuidado de las hermanas más mayores, que pueden tener más riesgo,» añade la hermana Teresa.
«Nosotros lo hemos elegido así»
La vida contemplativa, donde «habitualmente, sólo salimos por lo que es necesario», a las Germanes Clarisses otro punto de vista sobre el confinamiento en qué hace frente ahora la práctica totalidad de la población. Con todo, precisan que «hay una diferencia que es muy importante y es que nosotros hemos hecho la elección de vivir esta vida más de clausura. Ha sido una elección libre, la respuesta a un llamamiento que se nos ha hecho. Y la gente está en casa ahora de manera obligada». Para los que no pueden salir por la cuarentena del coronavirus, las hermanas ven en esta una «oportunidad para estar más en familia, hablar más, hacer actividades juntos o simplemente para estar más unidas los unos con los otros». Insisten, de cualquier manera, en que «vale la pena hacer caso de las normas para evitar que la propagación vaya a más». Y tienen, en su caso, la ventaja que «disponemos de un espacio de jardín y de huerta por donde podemos andar, así que no es tan difícil como para quien vive en un piso.»