Libros
Tesoros antiguos hechos con tinta y papel
La Biblioteca del Centre de Lectura de Reus tiene una colección digitalizada de veinte incunables
Un incunable es todo aquel documento imprimido aparecido desde la fecha de la invención de la imprenta, a mediados del siglo XV, hasta el año 1500. La Biblioteca del Centre de Lectura de Reus cuenta con un total veinte incunables tipográficos, impresos entre los años 1476 y 1500. De estos, trece son de la biblioteca particular de Miquel Ventura, mientras que el resto son de procedencia desconocida. «Esta colección la tenemos en la sala de reservas», explica Montserrat de Anciola, jefa de la Biblioteca, quién detalla que todos los volúmenes están muy bien conservados porque se pudieron restaurar gracias al donativo que hizo al morir a la antigua bibliotecaria del centro, Maria Martorell, conocida como «la Mari». Además, todos estos libros tan valiosos han podido ser digitalizados, hecho que, asegura Montserrat, no sólo garantiza su preservación, sino que permite que el público los pueda consultar.
El patrimonio de incunables que se conservan en el Centre de Lectura son volúmenes escritos en latín que versan sobre tres cuestiones principales: la religión, la filosofía y la medicina. El más antiguo es una obra en dos volúmenes, impreso en Venecia, que está en un excelente estado de conservación. Trata sobre los Siete pecados capitales, y está fechado de 1476. Montserrat de Anciola destaca también otro volumen singular, «del cual sólo se conserva otro ejemplar en la Biblioteca del Vaticano». En aquella época, subraya, no se imprimía como ahora, todo se hacía a mano y las tiradas eran muy cortas.
«El valor de todos estos incunables es incalculable», señala a Montserrat. Pero más allá de su valor cuantificable, también son un testimonio esmerado de cómo ha evolucionado el arte de la impresión y la edición de libros. «Si comparas un volumen del siglo XXI con uno del siglo XV, es fácil comprobar que no tienen nada que ver», asegura la jefa de la Biblioteca. «A diferencia de ahora –apunta– los incunables no tenían portada, y el pie de imprenta, que incluye información del impresor y la fecha, estaban al final. Los textos empezaban con un espacio en blanco, porque las llamadas letras capitales se hacían a mano con tintas vegetales. También se imprimía en columna, cosa que hoy día tampoco se hace. Además, se encuadernaban en pliegues, y por eso incorporaban unas señales para que la persona que los cosía supiera la orden que tenía que seguir». Por todo ello, apunta a Montserrat, hacer el ejercicio de observar uno de estos incunables es una experiencia «apasionante y muy interesante».
Toda esta colección de incunables de la Biblioteca del Centre de Lectura de Reus se puede visitar en formato digital a través del enlace http://mdc.csuc.cat/cdm/landingpage/collection/incunableCLR