El pequeño comercio reanuda su actividad

El pequeño comercio puede volver a atender presencialmente a los clientes desde este lunes, con la entrada en vigor de algunas medidas previstas a la fase 0 del plan de desconfinamiento del gobierno estatal. «Es la primera vez en 36 años que he sido dos meses sin subir la persiana», explica Sefa Blanch, propietaria de Eléctrica Ramon Martí, de Reus.

Durante este tiempo ha podido servir pedidos que le han hecho a través de la página web, pero reconoce que a veces ni siquiera le salía a cuenta porque eran ventas pequeñas. Para poder abrir ha tenido que hacer cambios, como dar cita a los compradores para evitar concentraciones en el interior del local, extremar las medidas higiénicas e incluso colocar una mampara en el mostrador.

A las nueve y media, puntual, Sefa Blanch levanta la persiana para atender al primer cliente que tiene cita previa, y que ya se espera en la puerta. «Un fluorescente para la cocina. Es la primera venta que hago en la tienda en casi dos meses. No me lo hubiera imaginado nunca, ni siquiera cuándo empezó el estado de alarma», comenta la propietaria con una mezcla de alegría y amargura. Lleva el negocio sola, un hecho que la ha ayudado estas semanas que ha tenido que cerrar ya que no ha tenido que hacer ningún ERTE. El impacto económico que le ha supuesto no lo tiene calculado, pero afirma que es «mucho dinero».

Durante este tiempo se le han disparado los pedidos a través de la página web, pero sin embargo no ha llegado, ni mucho menos, a compensar el cierre de la tienda. «Hemos vendido cosas pequeñas y muchas veces no me compensaba repartirlas, porque tenía que venir a la tienda a buscarlo, pagar la gasolina del transporte... era más el servicio», señala. Sus clientes son personas del barrio de toda la vida, que necesitan pequeños electrodomésticos o productos relacionados con la electricidad y la lampistería.

Nueva realidad

Desde este lunes los locales comerciales de menos de 400 metros cuadrados pueden volver a abrir, pero con unas medidas de seguridad estrictas para evitar la propagación del coronavirus. Blanch tiene que dar cita previa a los compradores. Cada media hora, un cliente. «Cuando supimos que había una fase 0 con cita previa lo pusimos en Facebook e Instagram, y la gente nos va llamando», indica. Sin embargo, en la primera hora de reapertura ya ha visto que gente que pasa por la calle y ve la persiana subida, se detiene para comprar, cosa que provoca que haya esperado a dos o tres personas. De todos modos, no deja entrar más de una persona en la tienda.

Una vez dentro, Blanch los invita a lavarse las manos con gel, y cuando se marchan les da una toallita y limpia el pomo de la puerta. También ha tenido que colocar una papelera con pedal y unas señales en el suelo que marcan donde se tiene que situar el comprador, para mantener la distancia. Y aunque no era obligatorio, ha apostado por instalar una mampara de metacrilato, que ya tiene puesta «desde hace más de veinte días». «No sabíamos cuándo abriríamos pero ya vimos que tendríamos que convivir con el virus», señala, y aunque «es un coste añadido», valora que es un elemento más de seguridad, tanto para los clientes como para ella.