Más de 5.000 km y 200 servicios durante la cuarentena para llevar la medicación a enfermos crónicos

Desde el inicio del confinamiento, voluntarios llevan la medicación a enfermos que reciben tratamiento del Hospital Sant Joan pero que no están ingresados sino a casa. Son, tal como explica Joan Aragonès, coordinador de la oficina de Reus de Creu Roja, «pacientes de riesgo, crónicos o de edad avanzada, o con problemas de respiración, que toman una medicación que les proporciona la farmacia del hospital pero que no es conveniente, que, por la situación que se vive con la Covid-19, se acerquen».

Así, con el comienzo de la cuarentena del coronavirus, «desde el Sant Joan se pusieron en contacto con nosotros para comentarnos que había situaciones de este tipo y preguntarnos si nos podíamos hacer cargo del servicio, y nosotros encantados».

La ruta es diaria

En concreto, se ocupa «uno de nuestros conductores profesionales», apunta a Aragonès, que precisa que «ellos antes se dedicaban, por ejemplo, al transporte adaptado, pero cuando eso se detuvo quedaron libres y ahora hay una persona que está siempre disponible para repartir los medicamentos». La ruta se pone en marcha diariamente a las nueve de la mañana, cuando desde la farmacia del Hospital «nos facilitan el listado con los nombres, las direcciones y los datos de contacto de los pacientes y nos entregan también los medicamentos que se les tieneque hacer llegar». En algunas ocasiones, la medicación tiene que mantenerse a una temperatura concreta y, por eso, viaja en nevera. «Aquellas son las primeras que repartimos», detalla al coordinador de Cruz Roja en Reus. En todos los casos se va hogar por hogar y se entrega el paquete directamente a la persona, con todas las medidas para evitar contagios.

En este tiempo, «hemos hecho servicios en el Baix Camp, el Tarragonès, la Terra Alta, la Ribera d'Ebre, el Baix Ebre, el Montsià e, incluso, una vez tuvimos que ir a Alpicat» dado que «el 60% de la gente que recibe medicación de la farmacia del Sant Joan ahora es de Reus pero el resto son otras poblaciones». En total, «más de 5.000 kilómetros y 200 servicios». «Porque son personas mayores, tienen miedo, son de riesgo o más vulnerables, hay pacientes que no pueden salir o que prefieren no hacerlo», dice Aragonès, que explica que «antes quizás tenían el familiar que los iba a buscar pero eso ahora tampoco era posible, y aquí está donde hemos dado la mano». El reparto de medicamentos «era una experiencia nueva para nosotros» y «hemos recibido muchas muestras de agradecimiento». «Algunos de los enfermos no han visto a nadie durante el confinamiento y quizás éramos las únicas personas o de las únicas con quienes mínimamente han tenido una relación cara a cara, ni que haya sido breve y con todos los medios de seguridad», concluye Aragonès, y subraya que «ayudar de esta forma ha sido y es todavía para nosotros muy satisfactorio».