«Un enfermo de cáncer espera de su oncólogo seguridad y transparencia»

—Cuándo empieza a escribir a este libro y con qué finalidad lo hace?

—Lo empecé en diciembre del 2019 y lo acabé en enero del año siguiente. Hacía un mes de la muerte de mi madre. Lo escribí, primero, porque me sentía con bastantes fuerzas para hacerlo. Y después, con una intención, y es que las personas que no han vivido nunca todo este mundo, aunque lo hayan podido tener cerca, lo conozcan. Y que las personas que ya el conexien, pudieran mirarse al espejo o establecer paralelismos.

—El libro recoge los diferentes capítulos que ha vivido desde el diagnóstico de la enfermedad. Explica que, en aquel momento, lo que deseaba más era poder decir, como los niños, Toco en el suelo y no juego .

—Sí, fue un momento delicado. Ya hacía un año que iba a ver médicos y me hacían pruebas, y ya se me imaginaba que no podía ser nada muy bueno. Pero cuando te lo confirman, aunque ya te lo imaginaras, te cae el mundo encima. Por suerte, he tenido la fortuna de encontrarme muy buenos profesionales, médicos y enfermeras que me han acompañado en cada momento.

—Insiste mucho en este aspecto, la sensación de seguridad que durante todo el camino le han hecho sentir los profesionales sanitarios.

—Es que es muy importante que, en una situación que desconoces totalmente, no te veas perdido, saber que tienes el personal sanitario a tu lado para cualquier duda y en cualquier momento que te puedas encontrar mal. En mi caso, hubo un tiempo que me encontré muy mal y el doctor que me llevaba, a Josep Gumà, me encarriló enseguida por el buen camino.

—Qué es lo más importante que le pide, a un enfermo de cáncer, a su oncólogo?

—Espera seguridad, aunque sabes que, a veces, no te la puede ofrecer del todo porque los estudios sobre el cáncer no siempre son todo el completos que querríamos, o que depende de cómo estés tú. Y transparencia. Que hoy no te diga una cosa y mañana otra, y no se acuerde, y tú veas que no se acuerda. Cuando el médico te ofrece seguridad y transparencia, te sueltas y acompañar por él, y sabes que te puedes aferrar en momentos delicados, como me pasó a mí.

—El título del libro hace referencia al hecho que Usted no explicó nunca a su madre que sufría cáncer. ¿Fue una decisión muy meditada?

—Sí, lo decidí así porque ella había pasado por situaciones muy extremas y pensé que no tenía derecho a hacerle caer esta losa encima. Mi madre era viuda desde hacía más de veinte años, vivía sola, y si le hubiera dado la noticia le habría puesto encima un dolor de cabeza que no habría tenido ninguna utilidad. Cuando se murió, pensé que la única persona que no lo sabía ya no estaba y que, por lo tanto, quizás era el momento de poder explicarlo.