Bordadora, impulsora de El Bastidor Lila
Sociedad
«Entiendo el bordado como un espacio feminista, de libertad y autoconocimiento»
La joven artesana es promotora de un club de bordado en la ciudad de Reus e imparte un taller en el Espai Nautilus de Tarragona
—¿Quien le enseñó a bordar?
—Empecé hace seis años, cuando estaba viviendo en Chile. Me interesaban las artesanías y el mundo textil, pero a un nivel aficionado. Entonces me encontré con un curso de iniciación al bordado a mano y me gustó la idea. Me enseñó una mujer chilena llamadaCamila Larsen.
—¿Qué aprendió en aquel primer curso?
—Me enseñaron el bordado a mano tradicional, las puntadas más básicas. A partir de allí empecé a hacer puntadas con volumen y 3D y aplicar el bordado a otras texturas, como por ejemplo el papel o las fotografías.
—Tenemos la idea que bordar es cosa de abuelas. ¿Es un pensamiento equivocado?
—Sí, yo noto que, cada vez más, las chicas jóvenes están interesadas en este tipo de artesanía. Y allí donde yo aprendí, en Chile, hay un vínculo muy fuerte de las chicas con el textil, y no sólo en el ámbito del hogar, sino también en los movimientos sociales, en la lucha feminista. Allí, en las manifestaciones del 8M van con pancartas y camisetas bordadas.
—Usted también explica que el bordado es una herramienta de introspección. ¿En qué sentido?
—Yo entiendo que bordar es una herencia enviada de madres a hijas, de generación a generación, y que cuando tú vas bordando, acaba siendo una reivindicación muy feminista de nuestros cuerpos, porque al final lo haces con todo tu cuerpo. Cuando te sueltas, vas viendo hacia dónde van las puntadas y qué quieres hacer realmente. Otros aspectos relevantes son el hecho de no obsesionarse con los errores, aprender a aceptarlos. Por otra parte, también pienso que nos enseña a respetar nuestros propios ritmos, si hoy he llegado hasta aquí, pues hasta aquí. A ser constantes con nosotras mismas, pero sin ser exigentes.
—¿El bordado ha evolucionado o todavía está basado en aquellas técnicas más tradicionales?
—Yo enseño el bordado tradicional, las puntadas básicas, pero también aplico algún tipo de bordado con volumen. Después, yo personalmente descubrí el bordado en miniatura, y lo he ido aplicando en la bisutería.
—¿Qué es lo que más le gusta bordar?
—Uno de mis símbolos siempre ha sido la rosa, aunque curiosamente, cuando empecé, pensé que no bordaría flores para no enmarcarme tanto en lo que es tradicional. Pero al final he acabado estableciendo un vínculo con esta flor.
—¿Bordó mucho durante el confinamiento?
—Sí, y además fue muy terapéutico. Tener tiempo también me sirvió para avanzar en proyectos pendientes y para replantear lo que quería que fuera El Bastidor Lila.
—¿Con respecto a este replanteamiento, a qué conclusión llegó?
—Me gustaría poder establecer un vínculo entre el bordado y la visibilizaciónde una tarea que siempre ha sido relegada dentro de las casas. Visibilizar, por una parte, los bordados más tradicionales, y de la otra trabajar este enfoque de un espacio feminista, de libertad y autoconocimiento. Encontrar un vínculo entre las dos cosas. Todo está todavía al inicio, pero pienso que este es el camino.