Salud
Medicina de la URV adapta a la covid el protocolo de donación de cuerpos
La facultad, que pronto volverá a admitir cadáveres, no aceptará aquellos que presenten la enfermedad en el momento de la defunción
La Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la URV ha variado su protocolo de donación del cuerpo a la ciencia para ajustarlo a la covid-19. El aforo de cuerpos había quedado completo en el centro antes de la irrupción de la pandemia, pero se espera que pronto se puedan volver a recibir. Será entonces cuando empiecen a aplicarse nuevas medidas vinculadas al coronavirus, promovidas a través del servicio de riesgos laborales, que establecen que «no se aceptarán los cadáveres de personas que presentaran la enfermedad en el momento de la muerte».
Con eso, el protocolo superará de largo las precauciones necesarias y «la realidad del propio contagio», teniendo en cuenta que «el coronavirus no se transmite por vía sanguínea, que es donde podríamos tener peligro por la manipulación que hacemos, tal como concreta a la catedrática Montserrat Jové, responsable de la Unidad de Anatomía Humana y Embriología de la cual depende el servicio de donación, que destaca que «por delante de todo, nosotros estamos siempre muy agradecidos a las personas que nos dan su cuerpo de manera altruista». El consenso de las sociedades científicas apunta que el coronavirus sólo se podría contagiar a través de un cadáver en algunas intervenciones relacionadas con los pulmones, muy concretas y en unos tiempos determinados, que «nosotros no hacemos aquí». Por otra parte, en la facultad «ya contábamos con un sistema de detección de virus que se pueden transmitir por vía sanguínea, como el VIH o la hepatitis, y les hacemos pruebas a los cuerpos cuando llegan para descartar estas enfermedades aunque los virus se mueren con los líquidos con los que los fijamos», añade Jové.
Las particularidades del protocolo que ahora hacen referencia a la covid «son dinámicas en el sentido que son revisables» atendiendo al progreso del conocimiento sobre el virus y los mecanismos para detectarlo. Es por eso que todavía no se ha detallado cuál será la prueba concreta que se realice a los cuerpos cuando empiecen, de nuevo, a llegar a la facultad, ya en el contexto de la pandemia.
Grupos pequeños y todas las medidas
Las donaciones «sirven para que los alumnos de Medicina, de Fisioterapia y de Nutrición Humana y Dietética estudien la forma y la estructura del cuerpo, y para que podamos hacer prácticas de docencia del conocimiento del cuerpo humano». Son «muy útiles», apuntala catedrática, que subraya que «quiero volver a insistir en el agradecimiento a las personas que dan el cuerpo». «Sí que ahora hay muchos modelos virtuales y muchos simuladores, pero no hay nada que pueda sustituir el cuerpo humano de verdad y por eso se tiene que agradecer», añade. Los alumnos han seguido haciendo prácticas en las salas de disección salvo el periodo de confinamiento domiciliario y se han dividido en grupos más pequeños más mantener esta parte de la forma más segura, por descontado con mascarillas y desinfección.
En los últimos años «hemos tenido un volumen de donaciones suficiente como para poder hacer las prácticas y la investigación» y «el número ha ido en aumento». La covid no ha tenido afectación en este ámbito y «cuando empezó la pandemia, ya hacía un breve tiempo que no podíamos recibir más cuerpos». La Facultad de Medicina tiene capacidad para acoger alrededor de 25 cuerpos y casi nunca ha llenado el aforo. De hecho, el de ahora ha sido tan sólo la segunda vez que se produce esta situación, y la previsión es que se empiecen a recibir cuerpos de nuevo en poco tiempo. Jové precisa que «por suerte, han sido muy pocos los familiares a los que hemos tenido que decir que no en los últimos meses; la intención es respetar el deseo siempre que no haya un condicionante técnico que nos lo impida». Haber sido sometido a una autopsia o que la defunción tenga lugar fuera del ámbito de la demarcación son otras limitaciones. Los dados escogen esta opción y son plenamente informados de las condiciones, también de que no tienen el 100% de garantías de ser admitidos. En general, el perfil es el de personas en la segunda mitad de la vida, «altruistas y concienciadas de que, después de la defunción, el cuerpo ya no nos es útil».