Patrimonio
La Iglesia cierra el Centre Catòlic de Reus por mal estado y el Bravium tendrá que salir
El Arzobispado quiere reparar «daños graves» en el edificio y reabrir «con una gestión rentable», y el teatro ve «casi un desahucio»
El Centre Catòlic cierra. El Arzobispado de Tarragona ha detectado «problemas de aluminosis, afectaciones en la cubierta y daños estructurales en los cimientos» del edificio de la calle de la Presó y ya ha reubicado en otras dependencias la acción pastoral que hasta ahora llevaba a término. El Bravium Teatre, que tiene su sede, también «tiene que cesar la actividad» y tiene que «vaciar» el inmueble porque «hay un problema real y grave de estabilidad», según exponía ayer mosén Josep Mateu, delegado diocesano para los bienes de la Iglesia, que añadía que «si puede ser en una semana, mejor que en quince días; hay que hacerlo lo mejorposible».
El Bravium, que este año hace 70 años, permanecía en el Centre Catòlic con el contrato vencido desde enero de 2020, pendiente de uno nuevo. La entidad expresaba ayer en un comunicado que «habíamos solicitado reiteradamente reunirnos con la propiedad para renovar el contrato» y que «durante su vigencia se han hecho fuertes inversiones para mejorar el lugar» e incluso «se había elaborado un presupuesto» para afrontar otros trabajos, «pero todos estos ruegos no han recibido respuesta». El Bravium, que tenía programación y entradas vendidas hasta junio, hablaba ayer de «casi un desahucio encubierto» y de «desconcierto ante la evaluación técnica del edificio», y lamentaba «la forma como el Arzobispado ha anunciado el cierre del Centro Católico, en rueda de prensa». A pesar de todo, el Bravium quiere «reiniciar, cuanto antes mejor, las conversaciones» y volver al edificio cuando se hayan hecho obras por|para «mantener el espíritu con qué Jaume Amenós y tanta otra gente impregnó la entidad: el de abrirse generosa y desinteresadamente a todas las sensibilidades ciudadanas».
La Iglesia no concreta todavía «ni el presupuesto de la reforma que habrá que realizar ni tampoco los plazos» porque «no les podemos saber, ya que «lo que hemos hecho hasta ahora es un primer diagnóstico, coincidiendo con qué el año pasado habíamos recuperado la posesión del edificio» y «ahora tenemos que hacer un análisis más profundo y, por eso, necesitamos vaciar la casa». Sobre la opción de facilitar instalaciones para garantizar la continuidad del teatro, mosén Mateu detallaba ayer que «no tenemos otros espacios». «La Prioral desarrollaba también allí actividad pastoral, que lo hemos tenido que trasladar», apuntaba.
Buscar la viabilidad
La posibilidad de que la sala de teatro como tal tenga que desmantelarse físicamente en el contexto de la intervención está encima de la mesa : «Si nos dicen que se tiene que desmontar una parte, lo tendremos que hacer porque no es un lugar cualquiera sino uno donde actúa mucha gente y pasa mucha gente y, por lo tanto, tenemos que tener la certeza de su seguridad y ser responsables como propietarios», explicaba mosén Mateu, que recordaba que «se ha hecho una primera revisión y se tiene que hacer una a fondo, y lo que salga puede ser más dramático». Una vez la reforma global se haya ejecutado «queremos que el Centre Catòlic pueda volver a abrir como un centro cultural al servicio de la ciudad» y que lo haga «con una nueva gestión que no sabemos cómo será pero sí que tiene que tener viabilidad cultural y también económica, para no dejar que el edificio se vuelva a perder de ninguna forma». En relación al encaje que el Bravium puede tener aquí, y a si podrá recuperar la que ha sido su sede durante los últimos 30 años, el delegado diocesano para los bienes de la Iglesia aseguraba que «nosotros encantados si en un futuro podemos tener relación» y que «entendemos que podrá volver, tenemos que mirar de qué manera podrá volver», y decía que «no podemos hacer actividades sin que el edificio tenga un beneficio que lo pueda mantener porque, si no, nos volveremos a encontrar con que, dentro de 20 años, está en la misma situación precaria».
El Arzobispado, en esta primera inspección, ha constatado que el Centre Catòlic «está peor de lo que esperábamos» y eso «nos ha hecho tomar la decisión drástica de detener las actividades». La administración «ya ha resultado informada de que nuestra intención es cerrar y actuar». «Durante 30 o 50 años se han ido haciendo cosas en el edificio, sacando tabiques, modificando la estructura sin ningún proyecto y no tenemos ni los planos de eso», decía mosén Mateu. La Iglesia busca recursos para hacer la obra en el inmueble, que tiene protección patrimonial.