Los edificios más emblemáticos de Reus se hacen un hueco en los pesebres

La plaza del Mercadal ya está engalanada de cabo a rabo. Presidida por un imponente abeto que nunca deja de brillar, los elfos la han visitado y han colocado las casitas de madera donde habitan los artesanos del tradicional Mercado de Navidad. Quien todavía no esté preparado para darle la bienvenida a Papá Noel, aquí puede adquirir lo que le haga falta para recibirlo como se merece: el belén, el tió, los barquillos, los polvorones, los turrones, la casa Navàs, la casa Navàs, el Gaudí Centre...

No se trata de jugar al Monopoly versión reusense; tampoco de invertir millones de euros en la compraventa de viviendas. Las empresas Gar Technology y Conca 3D han unido fuerzas este diciembre para poner sus impresoras 3D al alcance de la población. Dan la posibilidad a los ciudadanos de pedirles productos personalizados, pero su apuesta reside en imprimir los edificios más emblemáticos de la ciudad. «Cada año la gente viene a lo mismo y queríamos aportar alguna cosa que fuera nueva, que llamara la atención y fuera original», explica el gerente de Gar Technology, Gerard Aragonès.

El fundador de Conca 3D, Marc Conca, señala que en el proceso de producción tienen muy en cuenta el medio ambiente, motivo por el cual utilizan productos reciclados y biodegradables. «De momento, todo va bastante bien. Para los días que llevamos, no nos podemos quejar. A la gente le gusta bastante todo eso de los monumentos emblemáticos de Reus», concluye. El belén también se puede convertir a partir de ahora en un Reus en miniatura.

Aragonés y Conca no le han declarado la guerra a la tradición, sino que conviven con ella. También diseñan estrellas para el árbol de Navidad, ornamentos y muñecos de nieve. Todo, impreso en 3D. Se trata de celebrar una Navidad diferente.

Al otro lado del espectro se encuentra Maria Mercè Ibáñez, responsable de la confitería Exquisitum. Ya hace 29 ediciones que participa en el mercado de Nadal de Reus. «Sin dejar de venir ningún año», puntualiza. Polvorones, turrones, barquillos y golosinas variadas llenan su puesto, si bien el polvorón con almendras enteras no está mucho rato de cara al público. «Ya tiene cliente fijo, gente que viene expresamente a buscarlo», comenta Ibáñez.

Años y años de trabajo han conseguido que la confitería tenga una clientela fiel, que resiste al frío y a la inflación. Ya no son sólo clientes, sino casi parte de la familia. «Vienen personas a comprar que las conociste cuando eran criaturas y, ahora que son mayores, incluso vienen con los hijos. 29 ediciones dan para mucho», recuerda la responsable.

Desde parecer «un mercadillo semanal» a las casetas de madera actuales, pasando por estands con lonas de plástico. Mucho ha evolucionado el Mercado, pero hay una cosa que siempre se mantiene intacta: la pasión. «A Reus siempre le ha gustado el Mercado de Navidad, pero, desde hace unos años, viene todavía más gente», celebra Ibáñez. «Y que dure mucho», concluye.