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Los reusenses apuestan por hacer unos regalos de Navidad «sin excesos»

La inflación determina los productos que pueden adquirir a los ciudadanos, aunque intentan mantener la inversión de otros años

Las 'Fades de llum' se hicieron un sitio entre la multitud por la tarde.

Los reusenses apuestan por hacer unos regalos de Navidad «sin excesos»Gerard Martí

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La Navidad no es ajena a la inflación. Es una época de felicidad, pero, este año, también requiere estar alerta. Antes de ver una sonrisa dibujada en el rostro de los seres amados a la hora de hacerlos entrega de los regalos, los reusenses habrán tenido que hacer lo imposible por no gastar más de la cuenta. Las calles del centro se llenaron ayer de gente que, aprovechando que era festivo, quería mirar escaparates, pero también avanzar compras, ya que algunas tiendas optaron por subir la persiana y abrir puertas. Los curiosos se fusionaron con el espectáculo itinerante Fades de llum.

Alexandra Garcia acostumbra a invertir un mínimo de 200 euros cada año en los regalos de Navidad que hace a toda la familia. Lo que antes era un límite inferior, ahora marca el máximo a que no se tendría que llegar. «Si podemos gastar lo mismo, lo haremos, pero más, no. No queremos hacer excesos», detalla.

Garcia asegura que ha tenido que buscar «alternativas» para hacer frente al «horrorosa» subida de precios. En concreto, el problema reside en los productos alimenticios, como los turrones. «Si antes valía la barra dos euros y ahora vale 3,5, la buscamos en otro lugar o compramos un equivalente que sea más económico. O directamente no compramos turrón este año, se ha acabado», asevera.

Fina Agapito disponía de un presupuesto «flexible» de 100 euros para sorprender a su marido y su hijo con los presentes. «Antes intentaba rezumarles lo bueno, lo mejor,» reflexiona. Videojuegos, ropa de marca... No obstante, se ha tenido que volver más selectiva. Mantiene el límite de 100 euros, pero intenta no sobrepasarlo. «Eso no quiere decir que ya no busque calidad», matiza, «pero sí que la priorizo por encima de la cantidad». Este año, tiene previsto regalar un libro y una camiseta a su hijo, que le costaron 36 euros. Igual que Garcia, ha tenido que recortar por el lado de los turrones, «que están carísimos».

Agapito también detalla que en casa han intentado apretar el cinturón porque, en las semanas previas, ya surgieron otros gastos, entre los cuales se incluye su propio aniversario. «Mi hijo quería comprarse un videojuego y le quería pagar yo. Le pregunté si le parecía bien que contara como medio regalo de Navidad», comenta.

Francisco Martínez también intentará no hacer excesos este diciembre. Después de pasar una larga enfermedad, está satisfecho habiéndose recuperado. «El otro día vi un parche de la banda inglesa The Cure que me gustó y me lo compré. Ya tengo bastante, yo. Ya tengo el otro regalo, que es el de la vida y el de tener mi familia,» reflexiona.

Martínez señala que, en cambio, sí que tiene previsto preparar un detalle para su mujer: la colonia del YouTuber DjMaRiiO. «Es una broma entre nosotros. El otro día se quejó que mucha gente la compra en su trabajo, en así que ahora la quiero yo», declara. Con todo, no sólo es una travesura. «Después la quiero sorprender con un perfume de los buenos», añade.

Todo un año para amar

Por su parte, Marc García asegura que, directamente, no tiene intención de hacer un regalo esta Navidad. «La gente que amo, laamo hoy, laamabaayer y laamarémañana. Está todo el año para hacer regalos», comenta. También señala que ha pedido a los padres que no le regalen nada.

Martínez comparte la opinión de García. Expresa que no le gustan ni los aniversarios, ni Sant Jordi, ni SanValentín, porque se siente obligado a hacer un regalo, obviando todo lo que haya pasado los días anteriores. «Cuando yo hago años, ya pido unos calzoncillos para que me dejen en paz», señala.

En la otra punta del espectro se encuentra Agapito. «A mí me gusta mucho todo eso. Es una forma de amar y de sentirse querido», explica. Paseando entre las luces de Navidad, asegura que, además, siempre acaba picando y comprando más de la cuenta. «Si no es un abrigo son polvorones», concluye.

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