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Las granjas de Reus refuerzan los protocolos para evitar el contagio de la gripe aviar

Las aves viven «confinadas» y los empleados cumplen unas medidas, como ducharse varias veces, antes de entrar en el gallinero

El acceso al gallinero está restringido y no se pueden llevar ni reloj ni móvil si no es indispensable.

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Una ducha al llegar a la granja, antes de entrar en el gallinero y en salir; cambio de vestuario y de calzado; desinfección de manos, de zapatos, de los camiones e, incluso, de las gafas; prohibición de entrar el reloj y el teléfono móvil si no es indispensable... Muchos son los controles que tiene que superar una persona antes y después de estar en contacto con las gallinas. De hecho, no se permite el acceso a nadie si no es necesario, y un operario externo tiene que acreditar no haber estado en ninguna otra granja en los días previos y no tener en casa un periquito o un canario. En Agropecuaria Felip, empresa reusense especializada en gallinas reproductoras y huevos fértiles que trabaja con ocho granjas en el Baix Camp, hace décadas que se establecieron unos protocolos para evitar que los animales se contagien de patógenos. Las medidas, sin embargo, se han intensificado después del positivo por gripe aviar detectado en Arbeca hace quince días.

Era el primer foco detectado en una granja de aves de corral catalana este año, pero el virus ya está afectando a otros países desde el 2022, hasta el punto que se está hablando de una panzootia global, una pandemia que afecta a los animales.

Francesc Felip, administrador d'Agropecuaria Felip, detalla que solicitó un curso de formación para sus trabajadores para que se «mentalicen» sobre la complejidad del asunto. En esta charla, no sólo se los explicaba los protocolos que tienen que seguir, sino que también se los describía qué es la gripe aviar, cómo se transmite y cuáles son los síntomas que afectan a las aves, como el bajo consumo de agua o de comer. En el caso de su sociedad anónima, consolidada hace 40 años siguiendo un legado familiar centenario, ya se ha calculado el presupuesto para poner toldos y lonas en los camiones que trasladan las gallinas, para evitar que entren en contacto con aves salvajes que puedan ser portadoras del virus. En Reus, los animales viven «confinados», ya que, según señala Felip, la forma más habitual de transmisión de la gripe es a través de los excrementos, motivo por el cual también limpian habitualmente las instalaciones, para evitar la presencia de ratas y ratones que hayan podido pisar los excrementos.

«Estamos preocupados, no por lo que nosotros hacemos o dejamos de hacer, porque ya poco más podemos hacer, sino por la persona que puede tener cuatro gallinas sueltas en el campo sin ningún tipo de control», añade Neus Felip, administradora de la agropecuaria. Y es que un positivo ya supondría la intervención de las granjas del entorno. En un radio de un kilómetro y medio, si se sospecha que ha podido haber cualquier mínimo contacto, se sacrificarán los huevos y las aves y, además, los restos tendrán que ser enterrados. Tampoco se podrá trabajar hasta ldespués de un año. Dentro de un perímetro de diez kilómetros, no saldrá al exterior ninguno de los productos hasta que los análisis verifiquen que no hay rastro del virus, pero el permiso se obtendrá al cabo de tres semanas.

Mensaje de tranquilidad

En Vencomatic Iberica, compañía que se encarga de acondicionar las instalaciones interiores de las granjas, han empezado a visitar a los clientes por videollamada, evitar moverse y propagar la gripe aviar. «Los protocolos hace tiempo que son los mismos, pero la gente ahora los empieza a cumplir», reconoce la gerente de la sucursal en España, Marta Cerdà.

Con todo, Francesc Felip subraya que el problema recae en el sector agropecuario. «La gente tiene que estar muy tranquila. Si detectan un caso, siguen la trazabilidad y si son huevos de consumo, los retiran del mercado. Para los humanos, no hay ningún problema», comenta. «La gente no es consciente de todo lo que se hace en las granjas», concluye Neus a Felip.

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