Los Set Pecats Capitals dejan paso a las Virtuts y devuelven Reus al buen camino

Oficialmente, el Carnaval de Reus llega a su final. Si los Set Pecats Capitals fueron los responsables de traer la fiesta a la ciudad, ayer se quisieron dirimir de sus actos. Cambiaron los rojos hábitos del día de la invocación de la Reina Carnestoltes por el elegante color blanco. Ya no representaban la maldad, sino las virtudes. Querían guiar Reus por el buen camino y, por eso, llevaban la Vieja Cuaresma y sus siete piernas hacia la plaza de las Peixateries Velles. Quedaba prohibido comer huevos y butifarras; sólo está permitido el bacalao salado.

Y no estaban solos: una multitud de reusenses los siguieron en su peregrinación hasta los alrededores de la Prioral de Sant Pere. Paralelamente, la calle Llovera se iluminó. Las antorchas se volvieron a encender. El Ball de Diables, que el martes robó el Brazo Incorrupto de Su Majestad, lo llevaba cargado a hombros, como si se tratara de un paso de Semana Santa. No era el momento de bailar, ni de hacer juerga. La plaza del Mercadal era el destino de la reliquia. Otra hoguera esperaba en el lugar, anhelando reducir a cenizas el último vestigio de Su Majestad. Ahora sólo pervivirá en la memoria, como el Carnaval del 2023.