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Cierra por jubilación la peluquería Francisco de Reus después de 40 años

El establecimiento de Francisco Artacho ha sido testigo de la transformación del barrio Mare Molas

Fotografia d'arxiu d'Artacho, al seu local al barri Mare Molas.

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Francisco Artacho inauguró su peluquería en el barrio Mare Molas el 2 de febrero de 1982. Tenía 23 años y se encontró con un entorno en plena transformación. Las calles estrenaban asfalto, el Colegio Maria Rosa Molas acababa de abrir puertas y se estaban construyendo los primeros bloques de pisos. «No había nada, en aquel momento», recuerda el barbero.

Cuatro décadas más tarde, la fisonomía del barrio había cambiado por completo, pero en aquel local en la placita entre la calle del Alcalde Joan Bertran y el de la Mare Molas, el tiempo se había detenido. Artacho se levantaba cada mañana para ir a cortar el pelo de sus clientes, como siempre.

Algunos, asiduos desde los orígenes. Diez, once, doce horas transcurrían hasta que volvía a casa. Había decidido que el 2023 sería su último año en activo, pero problemas de salud le obligaron a colgar las tijeras antes de tiempo. Cuando bajó la persiana el 24 de diciembre, puso punto final a 40 años de historia de la Peluquería Francisco. Artacho tenía 12 años cuando aprendió a rasurar y a afeitar, de la mano de su hermano mayor, Felipe. Provenía de una familia cordobesa en la que el mundo de la barbería era sagrado. Su abuelo y su padre le habían dedicado toda la vida. No tenía opción, ni él ni sus hermanos Felipe, Juan Antonio y José.

«Un oficio así no lo podía hacer cualquiera. Nuestros padres eran muy estrictos para que continuáramos enla profesión», recuerda el peluquero, ya con 64 años. «Venía mi padre a recogerme de la escuela para que no fuera a jugar a fútbol. Tenía que merendar e ir a la peluquería con 10 o 11 años», añade Juan Antonio. Francisco Artacho sólo se separó de las tijeras y la navaja para cumplir el servicio militar.

Al volver, peló en Tarragona y en Cambrils antes de trasladarse a la capital del Baix Camp movido por el amor. Quiso probar fortuna por él mismo. Si el letrero «Artacho» cuelga de los establecimientos que regentan sus hermanos en Bonavista y Torreforta, él optó por construir su marca. Acababa de nacer la Peluquería Francisco. No tardó enganarse el cariño de los vecinos y en convertirse en más que un barbero: era el «psicólogo del barrio».

Artacho nunca se separó de sus tijeras de mano ni del peine, ni siquiera cuando adquirió máquinas de afeitar. Ni el paso del tiempo hizo que perdiera la identidad. Su fiel clientela no se lohabría permitido. Octogenarios y niños –que querían probar la fortaleza de la gomina Moco de Gorila- dejaban en sus manos sulook capilar.

Hasta que el cuerpo dijo basta. «El 24 de diciembre del 2022, fue a la peluquería encontrándose muy, muy, muy mal, pero, sin embargo, trabajó. Sabía que sus clientes leesperaban. Eran su prioridad», apunta su hija, Yennifer Artacho. «No ha sido hasta que leha obligado el médico que ha dejado de trabajar. Él insistía en continuar», añade su cuñado, José Duarte.

En la actualidad, la peluquería y todos los recuerdos que guarda en el interior están en venta. «Todavía me llaman clientes para preguntar si se ha marchado a otro lugar, para poder ir a cortarse el pelo con él», señala Yennifer. «Estoy muy contento con el trabajo que he hecho durante tantos años», concluye Francisco Artacho.

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