Novelista barcelonés, autor de 'La dona més pintada' (Proa)
«Esta historia es|está como un 'western' en la plaza del Mercadal»
El novelista barcelonés ficciona la vida del pintor de Montblanc Maties Palau Ferré
Màrius Serra ha construido una novela a partir de la historia real del pintor y escultor Maties Palau Ferré (Montblanc, 1921-2000), conocido comoEl pintor que cremava els seus quadres. Palau Ferré perdió un litigio contra Miquel Peirats, con quien había firmado un contrato de adquisición de unos terrenos en Reus a cambio de pinturas. CuandoPalau Ferré dejó de cumplir el trato, Peirats lo demandó y ganó el juicio. Aunque el promotor dio los cuadros a entidades sociales y benéficas de Reus, Tarragona o Alcover, el artista quedó anímicamente tocado y empezó a quemar su obra.
—Qué impacto te causó ver por primera vez una pintura de Palau Ferré?
—La vi imprimida en una obra de gran formato que me llegó a las manos. Cuando abrí aquel libro, el primero que me encontré fueron aquellos ojos verdes. Y me impactan mucho. Entonces, a partir de la historia que ya conocía del pintor a través de la biografía que había escrito su resobrino, Francesc Marco-Palau, empiezo a 'stalkear', a buscar por todas partes, y veo muchas obras más, paisajes de Montblanc, bodegones... pero aquellos ojos, y las mujeres 'colltortes', me fascinan.
—La obra te lleva a indagar en la vida del pintor. ¿Qué te llama la atención de la persona?
—El primero es que, claramente, era alguien que se había creado un personaje. Palau Ferré viene de campesino y entra en un mundo que es lo que desea, pero no lo que conoce. Es un mundo donde prima la imagen del artista extravagante. Cuandole hacen entrevistas y le preguntan cosas de artista, como ¿Qué harías si el mundo se acabara mañana? , él responde extravagancias. Veo que hay una creación del personaje. Me fascinó como alguien con sus orígenes, que es un hombre solo y solitario, crea a este personaje que acaba detonando en el extremo quemando sus cuadros y consiguiendo una notoriedad mediática que no tiene que ver con su art. Eso es lo que me interesó más: la convivencia difícil con el relato.
—En esta historia hay un antagonista, Miquel Peirats. Es alguien a quien de entrada le adjudicamos el papel de malo, pero a medida que avanza el relato la frontera entre bueno y malo se va difuminando.
—Sí, este personaje es el que me acaba generando la estructura de la novela y hace que no pueda dejar de escribir la historia. En la biografía de Francesc Marco-Palau no se menciona ni el nombre, y entiendo que es porel legado familiar. Entonces tengo la certeza de que tengo que buscar la otra parte para contrastarlo, y llego a través de Carme, mujer de Quim Mallafré. El día que conozco al hijo de Miquel Peirats y me explica el relato delotrlado que, obviamente, disiente, llego al punto que más se me interesaba, que es la reflexión sobre como una cosa tan etérea como el valor artístico puede ser objetivado por la frialdad de las cifras del mercado. Pero cuando empiezo a imaginarme a Miquel Peirats también veo que sentía una fascinación genuina de coleccionista porel arte de Palau Ferré. Pero el caso del pintor es atípico, porque él no tiene mediadores, y aquello acaba siendo como uno western enla plaza del Mercadal de Reus. También pienso que el hecho de comprar terrenos con su pintura empodera a mucho Palau Ferré, se sienteorgulloso, hasta que alguien le debe comer la oreja, diciéndole que Picasso, con un solo cuadro, ya habría pagado la deuda, y él está dos años venga, venga.
—Y, al final, todos pierden.
—Eso es obvio incluso para el pintor, que ha cometido el pecado de firmar el contrato sin leerlo, y por eso acaba expiando su pecado. YPeirats sabe que tiene la razón, pero también que, para hacerla valer, se va hundiendo delante de la opinión pública. Va a juicio y lo gana sin discusión, pero queda como el malo, y al final se redime haciendo donaciones.
—Palacio Ferré fue comparado a Miró, Picasso o Dalí. Pero su obra ha pasado completamente desapercibida.
—En los años que he estado escribiendo este libro, he ido haciendo la pregunta ¿Conoces Palau Ferré? a toda la gente de la cultura que me he encontrado.
—Y?
—Un 93%, ni idea, un 2% hacían ver que sí que lo conocían, y el 5% restante eran personas con vínculos en el Campde Tarragona. Yo pienso que el interés de su obra no justifica esta ignorancia.