Diari Més

Silencio y percusión confluyen en la Solemne Procesión de la Amargura de Reus

Centenares de personas contemplan los pasos de Sant Tomàs d'Aquino y de la Virgen de la Amargura

Las aceras de la avenida de Prat de la Riba se llenaron de gente que quería presenciar la Procesión.

Silencio y percusión confluyen en la Solemne Procesión de la Amargura de ReusSergi Peralta Moreno

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No era un día normal y corriente. El tráfico, en la avenida de Prat de la Riba, estaba cortado. La gente, que se contaba por cincuentenas antes de llegar a la plaza de la Lliberat, se amontonaba en las aceras. Un pequeño descuido suponía perder la posición y cada milímetro contaba. Imposible era ocupar la primera fila delante de la iglesia de Sant Joan. La rosada cúpula celestial, con la penetrante percusión aragonesa de fondo, ya hacía presagiar que, en el horizonte, se estaba cociendo una velada para el recuerdo. La Solemne Procesión de la Amargura, la primera de las peregrinaciones de la Semana Santa reusense, sufrió modificaciones de última hora. Las obras del arrabal de Santa Anna provocaron que Els Estudiantes y la Confraria de la Verge de Amargura no se reencontraran en la plaza de Prim como estaba previsto, sino mucho antes: en el punto de partida.

El tintinear de las armaduras hizo el silencio. Los Armats de la Sang ya estaban aquí. Con los reusenses ordenados en filas, la cohorte romana empezó su vaivén. Se tenía que ir con cuidado para evitar chocar: iban armados con afiladas lanzas. Asegurado el itinerario, la Confraria de Sant Tomàs d'Aquino acercó el paso El Petó de Judes a una zona de la ciudad por la que era inédito. Precedía a la Verge de la Amargura. «¡Que guapa es!», exclamaba una voz entre los ciudadanos. No tardaría en romper la hipnosis el sonido de un pequeño timbal. Era un niño que imitaba el ritmo que hacía rato que oía. Primero provenía de los Armats; después, de los Estudiants. Los Tamborileros de Calanda, con su inconfundible look violeta, aparecían en escena. Determinaban, compás a compás, cada paso que se hacía en la Procesión, pero estaban en la retaguardia. «¡Sí que tocan fuerte!», exclamaba la misma voz de antes. Calle de Llovera, plaza de Prim, arrabal de Jesús, arrabal de Martí Folguera y calle de Misericòrdia se sucedieron hasta llegar a la iglesia de Sant Francesc.

La Amargura dejará paso, hoy, a la Solemne Procesión del Prendiment, una tradición que también ha tenido que modificar sus hábitos y virar el sentido de circulación. «El nuevo recorrido quizás ha venido para quedarse», reconocían desde la Confraria de els Sants Just i Pastor. Els botiguerscargarán a hombros el paso del Ecce Homo, saliendo desde la Prioral, un reto que nadie afronta desde el 2001. Las cofradías Jesús de l'Amargura y Sant Pere Apòstol se le sumarán en un itinerario que, al pasar por la plaza Mercadal, será recibido por las saetas desde la Casa Navàs.

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