El paso del Ecce Homo se eleva hacia el cielo cargado sobre los hombros
Las cofradías de los Santos Just y Pastor, Jesús de l'Amargura y Sant Pere Apòstol participan en la Procesión del Prendiment
«Nervios e ilusión», reconocía tener el cofrade mayor, Marià Gil. Meses de trabajo, de adaptación, de restauración, de ensayos, derivaban en la Solemne Procesión del Prendiment. La Confraria dels Sants Just y Pastor asumía el reto de cargar a hombros el paso del Ecce Homo. Con la Prioral como inicio y destino, 24 portadores soportaban el peso del misterio encima suyo. «Amb Crist fins al cel!», era el preludio que resonaba antes de flexionar rodillas y acercarlo hacia la arcadia. Las cornetas y los tambores de Sones de Pasión dejaban paso a una vibrante ovación por parte de los cautivados reusenses que reseguían el itinerario.
«Mamà, me estoy aburriendo», se lamentaba un niño en la plaza del Mercadal, los instantes siguientes a que la última representación de las asociaciones de Semana Santa abandonara la plaza de Sant Pere. «No te precipites, disfruta de la Semana Santa», respondía su madre. Como ellos, decenas y centenares de ciudadanos se acercaron a la iluminada y reflexiva Casa Navàs. Algunos se llevaron una silla. Sabían que la paciencia tenía que ser su virtud. La expectación iba cediendo paso a la exasperación. Los cofrades de los Sants Just y Pastor tenían que ir parando para recargar fuerzas y vincularse, de nuevo, al mundo terrenal. Su recorrido, como los de las cofradías de Jesús de l'Amargura y Sant Pere Apòstol, tampoco ajeno a las obras del arrabal de Santa Anna, les había prometido un regalo al llegar a la plaza del Mercadal. Tenían que hacer un esfuerzo final. Cuando se abriera el ventanal del recinto modernista, el balcón cantaría saetas.