Autora de 'Confidències vora el Tàmesi' (Onada edicions)
Libros
«Pensamos que las abuelas no han tenido una vida emocionante»
La escritora reusense se adentra en el Londres de los años setenta a través de la vida de la joven Maeve
—Tu novela nos transporta al Londres de los años 70. ¿Por qué allí y en aquellos años?
—Porque Londres, en aquel tiempo, era el centro de la moda, de la música... y la sociedad estaba cambiando mucho. También jugaban un papel relevante la publicidad y la comunicación, y agencias como Saatchi & Saatchi, que aparece en la novela, eran importantes. Maeve, que es la protagonista, en aquella época tiene unos veinte años. Ella proviene de una familia irlandesa. Sus padres tuvieron que emigrar a finales de los años 40 por la gran crisis y se instalaron en Liverpool. Maeve y su hermano ya nacen allí y serán ingleses.
—Maeve, pero también su madre y su abuela, son las grandes protagonistas. Las mujeres son clave en la novela.
—Las mujeres acostumbran a tener un peso importantísimo en mis novelas, y en esta también. No sólo Maeve, que es una joven de mi generación, sino como apuntas, también las abuelas. Los nietos acostumbran a pensar que las abuelas no han tenido una vida emocionante, que siempre han sido aquellas mujeres que hacen los canelones tan buenos. Y Meave y a su amiga Phyllis les pasa lo mismo, hasta que descubren a unas abuelas muy diferentes.
—Además de la relación abuela-nieta, también es importante la de Maeve con su madre.
—Mucho. Los padres son irlandeses y Maud, que es la madre, es católica, estricta y conservadora. La hija, en cambio, es liberal y feminista. Se quiere comer el mundo y en Liverpool se ahoga. Con la madre siempre tiene pequeños enfrentamientos, hasta que el lector sabrá por qué la madre actúa de aquella manera. Incluso Maeve, llega un momento que hablará, porque a veces, cuando te haces mayor, hay que hablar con la madre.
—No nos podemos olvidar tampoco de otro personaje femenino de peso, con quién chocamos a mitad de la historia: ¡Margaret Tatcher!
—Sí, en esta novela hay personajes reales y de ficción y se acaban fusionando, de manera que los reales viven dentro de la historia. Maeve admira a Margaret Tatcher desde pequeña. Ella es laborista, pero le gusta la manera como ha luchado para conseguir entrar en la política, a pesar de ser una mujer, y de clase media. Margaret Tatcher no es feminista, quiere ser una más entre aquellos hombres que la miran por encima del hombro. La protagonista la acabará conociendo por una serie de circunstancias y, entre las confidencias que vamos encontrando a lo largo de la novela, que pueden tener forma de conversación, de cartas o de pensamientos en voz alta, también están las de Margaret Tatcher. Y aquí es donde veremos a una mujer mucho más humana.
—La cubierta da pistas.
—Teresa Llorach, que es la autora de la ilustración, siempre capta muy bien mis ideas, y aquí ha dibujado a Maeve mirando al 10 de Downing Street, con la incógnita de qué pasará detrás de aquella puerta.
—¿Cómo ha sido el ejercicio de poner voz aLa Dama de Ferro?
—He trabajado muchísimo, he buscado mucha información en diarios de la época y en documentales, llegando a encontrar cosas muy remotas e interesantes. Quería mostrar sus dos vertientes, porque los años en los que fue Primera ministra fue cambiando, se hizo todavía más dura.
—Al lado de todas estas mujeres tan relevantes también hay hombres que tienen un papel, no son simples figurantes.
—Sí, en primer lugar está el padre de Maeve, con quien siempre ha tenido una relación muy cercana. Él es quien le habla de la abuela y de su pasado, que serán muy importantes. La abuela Sally es irlandesa y vive en una época muy intensa, en la que Irlanda quiere conseguir la república. Después, será una mujer casada y con su vida. También conoceremos a la abuela de Phyllis, que es de Cornualles, y que tiene un secreto, que la familia descubrirá a través de unas cartas. Otros hombres de la historia son el hermano de Sally, Darren, que siempre está enfadado y que hace sufrir a los padres, y los compañeros de trabajo: Harry, alguien encantador, y Edward, un personaje que a Maeve le resulta fascinante.
—A la vez, es una novela muy musical. Cada capítulo es el título de una canción de la época.
—Sí, eso también me ha llevado mucho trabajo, porque cada canción se corresponde con el momento del año en el que pasan las cosas. Y he buscado que la letra tuviera alguna relación con el contenido. Ha sido muy entretenido.