Movilidad
Piden celeridad para definir qué vehículos podrán acceder al arrabal de Santa Anna de Reus
Comerciantes y vecinos del arrabal de Santa Anna creen que ya «es hora» de tener una respuesta después de meses de obras
Las obras de la segunda fase de la reforma del arrabal de Santa Anna, que incluye en su ámbito de actuación la calle de Salvador Espriu, empezaron a mediados de octubre. Seis meses más tarde, afrontan su recta final, pero vecinos y tenderos todavía no saben qué vehículos podrán acceder a la zona, ni cuándo podrán hacerlo, ni cómo. «Todavía estamos esperando, creo que sería hora que tuvieran los planes hechos», valora el portavoz de los comerciantes del arrabal, Marc Niubó. «Hace tiempo que estamos así y todo va muy lento, es muy pesado», expresa Eduard, un vecino de la zona.
El proyecto prevé potenciar la movilidad sostenible y priorizar el paso de los peatones. Para controlar el acceso del tráfico motorizado, se instalaron pilones automáticos lectores de matrícula, aunque falta definir cómo se aplicarán estas restricciones. Fuentes municipales apuntan que «se sigue trabajando técnicamente para buscar la solución definitiva de la movilidad en el arrabal de Santa Anna y en el entorno», manteniendo reuniones en las que intervienen varios departamentos municipales.
Durante los meses en los que se han estado ejecutando los trabajos, los tenderos han tenido que hacer lo imposible para conseguir cargar y descargar los productos. Niubó menciona que sólo había dos soluciones, «saltarnos las normas o dedicar más horas». El también regente de la bodega La Parra comenta que los comerciantes y los transportistas tienen que parar en una de las calles de los alrededores y acercar las mercancías con carretillas, cosa que provoca que «un trabajo de diez minutos» dure 30. «La conciliación familiar ha sido más complicada esta vez», señala.
«Y ni te digo si te tienen que traer una nevera o un paquete de grandes dimensiones, que la cosa se complica», valora Eduard. En su caso, ha apostado por estacionar el coche en el parking del Simonet y cargar las compras hasta casa. Algunos comerciantes han utilizado vías como la calle de Martí Napolità o la plaza de la Farinera para descargar. «Aquello ha sido un descontrol de tráfico», comenta Niubó. «La calle de Santa Anna –que atraviesa los dos puntos citados por el regente de La Parra– se ha convertido en un eje de todo el tránsito rodado de la periferia interna», añade el vecino.
Niubó ve el proyecto con buenos ojos. «Nos gusta mucho la idea y cómo ha quedado», valora. Pide recibir la información con un poco de antelación para tener margen para adaptar las rutinas. «Si marcas las reglas del juego, se respetan, pero no podemos ir a ciegas», concluye.