Los Cosos llevan a Reus la adrenalina antes de 'fer l'índiu' a medianoche

Sant Pere es una Fiesta Mayor centenaria. Los años pasan, la sociedad evoluciona, pero la tradición, con las adaptaciones necesarias para permanecer en el tiempo, se mantiene fiel y permite a los ciudadanos tocar de pies en el suelo. Escasos días hace desde que la multinacional de los videojuegos Nintendo presentó sus próximos lanzamientos en el mercado: nuevas entregas de Mario, Zelda, Pikmin... Ayer, sin embargo, ni el más magnético de los anuncios podía enganchar pequeños –y no tan pequeños– en el sofá de casa. Una nueva edición de los Cosos, la decimocuarta de este torneo de juegos tradicionales, había llegado a la plaza del Mercadal. Dieciséis equipos, representantes de los elementos festivos, formaban parte.

La emoción y la adrenalina era palpable minutos antes que sonara la campanada de las 19.30 horas. Cada vez más gente se amontonaba en torno al cuadrilátero central y la cuerda que separaba concursantes y afición vibraba como si Hulk Hogan hubiera entrado en unring de WWF –el actual WWE, empresa de lucha libre profesional. Cuando el comunicador Josep Baiges cogió el micrófono para dar la bienvenida, la ovación fue atronadora. No era tarde de tronada, pero lo parecía.

El palo enjabonado, la carrera de sacos, el lanzamiento de pepita de coca de cerezas y la carrera de cintas en bicicletas eran las cuatro pruebas que ponían a prueba destreza, equilibrio, rapidez, coordinación y potencia –de piernas, brazos y boca. Divididas en cuatro grupos, los grupos competían en todos los elementos. Ganar en una categoría valía tres puntos. Sólo los mejores podían pasar de ronda. Había que tener presente, sin embargo, un antecedente. El certamen de bolos de Sant Pere se celebró el día 18 y sus resultados contaban para la clasificación general. El Bou, el Drac, la Cabra y el Masclet empezaban con tres puntos de ventaja al haber sido los mejores a la jornada avanzada.

Como cualquier certamen deportivo, no podía faltar el Gonna Fly Now –conocida popularmente como canción de Rocky – antes de saltar al terreno de juego. Los competidores no tardaron a ver que aquellos juegos tradicionales no eran ninguna broma y que se tendrían que esforzar de lo lindo. Tirar la pepita de la cereza requería una técnica que implicaba, por ejemplo, engullir la coca antes para dejar libertad de movimientos al proyectil. Subirse por el palo enjabonado de cuatro metros no era sólo una cuestión de fuerza bruta porque, si no, la lenta, pero continuo resbalón era inevitable.

Con la carrera de sacos, se tenía que ir con cuidado para evitar obstaculizarse con la tela que rodeaba en los pies. La prueba de cintas en bicicletas era, probablemente, la más temida para los participantes. A simple vista, parecía un plácido trayecto en que tenían que recoger unas cintas, haciendo encajar la punta de la lanza con unas anillas. No era fácil. Centrar la visión en el objetivo, mantener el equilibrio con una sola mano en el manillar, apuntar y acertar el arpón no estaba al alcance de todo el mundo. Hacer diana en tres ocasiones ya era un hito histórico que merecía ser celebrada.

Con todo, la velada no había hecho más que empezar. La adrenalina del momento había hecho que jugadores y espectadores necesitaran más emoción. Tenían que recargar energías con una buena cena, eso sí, pero todavía tenían cuerda para rato, y eso que, al mediodía, habían tenido la posibilidad de vaciarse y cansarse todavía más con el concierto-vermú que La Cosina protagonizó en la Palma. Había ganas de ferr l'índiu . El Águila y los Gigantes Indios ya estaban calentando en la banda. Querían salir de sus escondites para unirse a la fiesta de medianoche. Este año, tenían un nuevo amigo: se les sumaba el Baile de Mosén Joan de Vic. El desenfreno de la Fiesta Mayor de Sant Pere también es tradición, y ya está aquí.