Fiesta Mayor
Un Sant Pere masivo baja el telón con atronadoras tronades y la esperada Professó
La plaza del Mercadal acoge durante todo el día centenares y miles de reusenses que quieren presenciar de bien a cerca de la serie de actos que se habían programado
Había llegado el día. Era Sant Pere. No se podía dormir hasta tarde, muy pronto se tenía que volver a plaza. Puntuales a las 7 de la mañana, las madrugadas sustituyeron los despertadores con sus percutidas melodías. Los avisos pirotécnicos tomaron el relevo para los sonidos más profundos. Todo el mundo en pie. El busto relicario del Santo Patrón ya estaba listo para la veneración y la devoción y los macscles estaban en formación en el cuadrilátero de la Mercadal, preparados para romper con la máxima potencia. Poco a poco, reusenses, grandes y pequeños, iban llegando a su destino. El sol y el calor asustaban más que latronada–el cri-cri alterado de los grillosse combinó con las melodías de los bailes– y los porches de las tres aristas fueron el refugio perfecto para refugiarse.
«¡Mira, la Mulassa!», clamó, sin previo aviso, un niño. «I el Carrasclet!»!, respondía su hermano. Uno por uno, los elementos del Seguici Festivo fueron abandonando el Palau Municipal. Ni siquiera el bestiario se quería perder el estallido matinal. La Víbria, el Bou–laceado para la ocasión– y compañía se fueron ubicando en torno a la plaza, contemplando fijación el reguero de pólvora que teñía los adoquines de negro azabache.
Los aplausos se sustituyeron por un aprensivo silencio absoluto cuando el exalcalde, Carles Pellicer, encendió la mecha, bien puntual, con el toque de las 11. Y el primer macsclereventó. Después, un segundo. Un par de niños que se habían sentado junto al encordonado huyeron en dirección contraria a la chispa. Los valientes que habían conseguido lugaren primera fila se iban retirando lentamente, torciendo y enrollando su cuerpo, protegiéndose los oídos con auriculares, cascos o, simplemente, con los dedos índices de sus manos. Las cenizas y los restos de los petardos iban lloviendo sin distinción. Recorridoel tercer vértice, Pellicer saltó almedio de la plaza. El doble apagón del sábado quedó en el recuerdo del pasado. La tronada matinaltronó comotocaba. «Esta sí que ha ido como yo las recordaba, rápida y muy potente,» clamabaun joven entre el público. No todo el mundo compartía su entusiasmo. «Entiendo que no te haya gustado, nunca más de la vida vuelvo a venir a eso», respondía un padre a su hija después de vivir la experiencia delante del todo, todavía ensordecido.
Aquello sólo fue el inicio de la fiesta. Empezando por los Diablos y acabando por el Águila, los grupos festivos salieron a la plaza consistorial para deslumbrar con sus bailes y sus tronadas. La exhibición castellera de los Xiquets de Reus, con una sublime perfección, puso punto final a la jornada de la mañana. No obstante, todavía quedaba muy por delante.
La Prioral de Sant Pere acogió por la tarde la solemne misa concelebrada. La imagen del interior de la parroquia contrastaba con la que se estaba viviendo en la plaza del Mercadal. Mientras el busto relicario del Santo Patrón se preparaba para salir y recorrer, 365 días después, las calles del casco antiguo, el Dragón, el León y el Basilisco danzaban delante de el Ayuntamiento. Al fin y al cabo, eso es Sant Pere: fiesta y devoción a partes iguales, para que todo el mundo pueda disfrutar.
La Professó Solemne llevó al clímax a la festividad. Sant Pere salió por la puerta de la Prioral y descansó en el tálamo. Desde allí, observó atento el baile solemne corto del Águila. El animal alado le dedicó una reverencia. Era la hora que el busto se dirigiera a la plaza del Mercadal, mientras se acababa de recorrercon la pólvora la rosa de la carretillada final. El Patrón fue recibido por una multitud y por el Seguici Festivo, que le dedicaba sus mejores pasos. Al llegar a las puertas del Palau Municipal, quemó la pólvora por última vez. La Fiesta Mayor llegaba a su recta final, pero quedaba despedirse como toca. El retorno de la imagen a la Prioral fue acompañada porla euforia colectiva. Sólo quedaba que cada elemento dijera adiós. Las bestias de fuego y los Diablos fueron los últimos que quedaron en pie. De esta, manera concluyó una Fiesta Mayor de Sant Pere que ha sido masiva. Atrás quedaba la pandemia que todo lo estropeó. La cuenta atrás paraSant Pere 2024 ya ha empezado.