La ocupación en el instituto Lerin neurocognitive de Reus crece hasta el 70%

El Instituto Lerín Neurocognitive, el nuevo equipamiento de la 'Associació d'Alzheimer i Altres Trastorns Neurocognitius' de Reus y Baix Camp, abrió puertas en diciembre del 2019, dando continuidad al servicio que la entidad daba en las antiguas instalaciones de la carretera de Castellvell. En un primer momento, contaba con una setentena de usuarios –unos 50 eran atendidos en el Centro Terapéutico y unos 20, a la Unidad de Memòria-. «I teníamos lista de espera», recuerda la directora de la asociación, María Jesús Lerín. Las cifras han ido creciendo perennemente y, en la actualidad, las instalaciones ya atienden a unas 170 personas. «Al principio estábamos con una ocupación del 40% y ahora, cerca de un 70%», comenta Lerín. La capacidad máxima es de 220 personas.

La directora del instituto valora que esta tendencia al alza se debe a múltiples factores, que van más allá de la consolidación del proyecto. El primero es que «diagnosticamos antes». El 10% de los usuarios del centro son menores de 65 años, de manera que se atiende un rango de edades «que antes pasaba desapercibido». También se están viendo más casos en que uno mismo detecta que está sufriendo déficits de memoria y busca asesoramiento. Asimismo, juegan un papel determinante el hecho de ser el único centro terapéutico especializado de la provincia de Tarragona y la visibilidad que han aportado al Alzhéimer figuras como el expresidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, o el expresidente de la Generalitat de Catalunya, Pasqual Maragall.

Lerín comenta que, en los 25 años que hace que está en funcionamiento la asociación, uno de los grandes cambios fue la introducción de ordenadores a las terapias, junto con la llegada de una generación de usuarios que habían empezado a hacer uso de las nuevas tecnologías, cosa que les permitía continuar el programa en casa. En estos momentos, la asociación está desarrollando un proyecto de realidad virtual para la Unidad de Memoria. A estas alturas, ya ofrece una cata a través de unas gafas|ojeras y un móvil, que permiten repasar un recorrido, como puede ser un jardín, pero la idea de la entidad va más allá. «Queremos que una persona se pueda trasladar al Museo del Prado o a la Mussara», expresa a la directora. Para hacerlo, se tiene que habilitar una sala, comprar el equipamiento y disponer del personal formado para llevar a cabo la actividad. «Cuesta mucho dinero hacerlo bien», señala Lerín. Unos 20.000 euros, añade. Por estos motivos, la asociación está analizando la viabilidad del proyecto. No tan sólo en términos monetarios, sino teniendo en cuenta el uso y el rendimiento que podrían hacer los usuarios del centro. «A una persona con Alzhéimer avanzado, la realidad virtual lo distorsionaría más», explica Lerín. La voluntad es tomar una decisión de cara a finales del 2023 o inicios del 2024 y, entonces, buscar financiación.

Con todo, Lerín matiza que no se pueden olvidar las terapias «más sencillas, pero que son igual o más importantes». Pone como ejemplo la presencia del huerto o la musicoterapia, en la que los usuarios tienen los pies en un arenal o en remojo mientras oyensonidos o canciones con unos cascos, momento en que reviven momentos de su pasado. «Muchas veces, las cosas pequeñas hacen feliz a la gente», expresa Lerín. De hecho, uno de los objetivos de la asociación es «hacer feliz» a la población. «Tengo un lema, que es que las personas tienen que ser más felices aquí que en su casa», concluye a la directora de la asociación.