Vía pública
Vecinos de Reus critican el mal estado del tramo de la calle Montserrat con Hospital
Los residentes denuncian que la acumulación de suciedad y una zanja parcialmente descubierta fomentan la presencia de ratas
«Seguro que es un peligro de sanidad pública». De esta manera define Anton Pàmies, un vecino del núcleo histórico, el estado de la calle de Montserrat, en dirección al paseo comercial El Pallol, viniendo desde la calle del Hospital o la de Hortensi Güell. Los problemas que afectan a esta zona son múltiples y se concentran en la esquina con la calle del Hospital: una zanja parcialmente cubierta, unos contenedores móviles que rápidamente se llenan, peste, ratas y los peatones teniendo escasos centímetros para poder pasar. «Da muy mala impresión», remata Pàmies.
Al lado del futuro hotel del Pallol, se abrió una zanja en el suelo «para pasar cables hasta unos transformadores», según Pàmies, que hace cerca de un año que sólo está parcialmente cubierta, separada del paso de peatones por una valla, una tela y los contenedores. Para otro vecino del núcleo, Ramon Farré, este es el epicentro de «un cúmulo de cosas que no están bien», más allá de la peligrosidad que implica el boquete.
Según Farré, la apertura conecta con la alcantarilla. De allí salen ratas «que están cada día saltando de un lado al otro», atraídas por los desperdicios que se acumulan en los dos contenedores que hay justo delante, dado que sólo hay un par «que acostumbran a estar llenos», añade Pàmies, cosa que provoca que, a menudo, se dejen bolsas de la basura fuera –aunque un cartel indica que las fracciones se tienen que lanzar en el arrabal de Sant Pere-.
Farré explica que una noche se acercó a la zona para grabar un vídeo de los roedores para denunciar su presencia «y las pude grabar el rato que quise». «Pasa gente por allí y les da igual, están acostumbradas», afirma. Además, tal como subrayan los dos vecinos, la calle de Montserrat, a pesar de ser ahora mismo bastante estrecha –las vallas por las obras del hotel del Pallol han reducido el espacio público–, es bastante transitado por vecinos y turistas, ya que es la entrada natural al casco antiguo y el camino más recto para llegar a la plaza del Mercadal para quien aparque en el parking de la riera de Aragón o quien camine por el arrabal de Sant Pere.
Adicionalmente, los residentes explican que los adoquines de las calles del Hospital y de Hortensi Güell están rotos por la circulación de los camiones de obras. «Parece una gincana surrealista: tienes ratas, bolsas de basura y una acera que no está bien», asevera Farré. Para intentar encontrar solución a una cuestión que va empeorando con el tiempo, Pàmies presentó un escrito al Ayuntamiento. «Es vergonzoso que aquello esté así tanto tiempo y creo que los vecinos que lo estamos sufriendo merecemos una explicación», declara. Además, propone distribuir contenedores en las calles de alrededor para evitar concentrar los residuos en este espacio.