Educación
Familias y estudiantes de ESO del Pi del Burgar de Reus rechazan el horario partido
Se muestran disconformes con el hecho de que, a partir de este curso, sólo tengan una hora para comer el martes, miércoles y jueves
«Horario partido mata nuestro proyecto educativo», se podía leer en una de las pancartas. «¡Todo en una hora no es salud, es tiempo perdido!», proclamaba otra. Padres, madres y alumnos del Instituto Escola Pi del Burgar se concentraron ayer en las puertas del centro educativo para mostrar su rechazo con el principal cambio que han experimentado con el inicio del nuevo curso: el martes, miércoles y jueves, los estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) tienen la jornada partida. A las 14 horas salen a comer y, 60 minutos más tarde, tienen que volver a estar en las aulas para completar una última lección, de una hora de duración.
«Es terrible para los alumnos, para los profesores y para prácticamente todo el mundo que pasa por el instituto», afirma Óscar Cañellas, alumno de cuarto de ESO del Pidel Burgar. Ana Luis, coincide con su compañero de curso. Está muy mal y, además, una hora para comer no es suficiente; tenemos que hacer la digestión», explica, añadiendo que es muy complicado estar «un poco frescos» de mente a las tardes con este escenario.
Cada joven protagoniza una historia diferente, pero ninguno de los que han hablado con DiariMés está conforme con la decisión tomada por el Departamento de Educación. Los que viven cerca, se tienen que marchar corriendo a casa, comer deprisa, lavarse los dientes y volver a clase. «No se disfrutan ni los macarrones de la abuela, así», lamenta Cañellas. También hay casos, como el de Sira Blanco, de tercero de ESO, en la que la distancia entre instituto y domicilio hace inviable comida con la familia. «Yo vivo a 30 minutos de la escuela y no puedo ir a casa y volver. Tengo que comer en el McDonald's o en el comedor», comenta. Este panorama provoca que algunas familias tengan que asumir un coste extra que antes, con la jornada intensiva, se podían ahorrar y que no todo el mundo puede pagar, tal como advierte al padre de dos jóvenes de 12 y 15 años, Francesc Luis. «Los niños que no se puedan quedar en el comedor y no puedan ir a casa, se ven, a toda costa, obligados a ir al McDonald's o a ponerse en un rincón a comer de cualquier manera», relata. Susana Torrents, madre de un alumno de tercero de ESO, añade que propusieron llevar fiambreras para que se las pudieran comer en el interior del centro, pero que se denegó la opción «por sanidad y espacio». En este contexto, Yordanos Cañellas, de segundo de ESO, comenta que «aunque intentes comer el más saludable posible, con el rápido que tienes que engullir y con el hecho de que tienes que volver aquí en poco tiempo, no es bueno». La situación empeora si tienen Educación Física por la tarde.
Les dificultados para comer no son el único quebradero de cabeza para padres y madres. Aseguran que se están poniendo trabas a la conciliación familiar y que el cambio de horario «fomenta el absentismo», en palabras de Torrents. Melisa Sánchez, madre de un alumno de tercero de ESO, menciona que había jóvenes que ya se habían inscrito a actividades extraescolares a las tardes y que ahora no podrán cursarlas. Por su parte, Francesc Luis critica «las formas», ya que se les ha comunicado la decisión en agosto «cuando todo el mundo ha podido prever extraescolares». Según dicen niños y familias, les han dicho que la nueva jornada responde a la voluntad de hacer coincidir las salidas con los estudiantes de Primària, pero no consideran que sea un razonamiento válido porque sólo se aplica en tres días. «Dejad el Pi del Burgar como era antes o, si no, dadnos una pizca más de tiempo», pide Óscar Cañellas.