Diari Més

Todos los Santos

Bien abrigados, los reusenses no faltan a su anual cita con los difuntos

Centenares de personas visitan el Cementerio General para 'reencontrarse' con sus seres queridos

Els visitants gaudien d'un moment de reflexió íntima en trobar les tombes dels éssers estimats que han traspassat.

Bien abrigados, los reusenses no faltan a su anual cita con los difuntosGerard Martí

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Por mucho que lo intentaba, el sol no conseguía calentar el día. El frío no había esperado a la hora de la rifa de la confitura para desplegar todo su poder y, ya de buena mañana, el helor fue calando en los huesos de la población. Cualquier cicatriz de una pretérita intervención quirúrgica dolía como el primer instante. Parecía un domingo de manta, en la que lo único que se anhela hacer es girarse y seguir durmiendo, acurrucado, abrazado. A pesar de todo, no era día de gandulería.

Enfrentándose al mal temperamento del termómetro y empezando a acumularse capas como si se fuera a hibernar, cada uno a su ritmo, incluso el más perezoso desfiló hacia el Cementerio General. El frío se esforzaba al máximo por arruinar la jornada, pero no había previsto que en el cielo brillaban más estrellas: el recuerdo de los difuntos guiaba a los compañeros que permanecían en el mundo terrenal.

Como cada año, centenares y centenares de reusenses, esta vez, bien abrigados, deambularon entre lápidas el 1 de noviembre. Unos, traían ramos de flores, rememorando los gustos de quien los contemplaba desde arriba. Otros, con las manos en los bolsillos, volvían a hablar con familiares y amigos en un momento de íntima reflexión, amenizado por la música que se escuchaba entre los pasadizos. Sonó el violonchelo, el violín, la gaita, la flauta travesera. Para el disfrute de cada uno.

La alcaldesa, Sandra Guaita, flanqueada por otros miembros del equipo de gobierno y representantes de los partidos de la oposición, rindió homenaje a los difuntos con una ofrenda floral en el panteón de los hijos ilustres.

Con todo, la festividad de Todos los Santos no simbolizaba sólo melancolía, tristeza, recuerdo y dolor. La tradicional rifa de la confitura ofrecía la posibilidad de llevarse a casa un surtido de dulces y bebidas de kilómetro cero a quien decidiera pasar por el Orfeón Reusense, el Centro de Amigos de Reus o la Hermandad de Sant Isidre y Santa Llúcia. Durante todo el día, decenas de reusenses pasaron por sus locales para ver si habían tenido la suerte de citarse con la diosa Fortuna.

Fuera para aliviar la pena de los desventurados, para acabar de deleitarse de un bienaventurado festivo o pasar una noche lejos de las preocupaciones del domicilio, todavía quedaba una última propuesta para completar el recorrido del día de Todos los Santos. La Sala Santa Llúcia ofrecía la representación de La leyenda de Sleepy Hollow (o la leyenda del jinete sin cabeza), basada en el clásico de Washington Irving. A pesar de la modernidad que parece engullir la tradición, esta se resiste a perder la batalla y las viejas leyendas que se explicaban cerca del fuego siguen poniendo la carne de gallina aunque sean relatadas en medio de gélidos temblores.

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