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Seguridad

El Aeropuerto de Reus pone a prueba el nuevo plan de autoprotección

El aeródromo reusense organiza un simulacro de accidente aéreo para evaluar el tiempo de respuesta y la coordinación entre los organismos

Imatge d'un moment del simulacre.

El Aeropuerto de Reus pone a prueba el nuevo plan de autoprotecciónGerard Martí

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Eran las 11 horas tocadas cuando un denso humo negro empezó a cernir sobre las instalaciones del Aeropuerto de Reus. Un avión con destino No Schengen había sufrido un accidente durante la maniobra de despegue, saliendo de la pista, con 94 pasajeros y seis tripulantes a bordo, y encendiéndose un cautivador incendio. Con todo, no había que sufrir.

Se trataba de un simulacro para evaluar la capacidad de reacción y respuesta ante una emergencia, así como para testificar la coordinación y la comunicación entre los organismos implicados. Además, el ejercicio sirvió para poner a prueba el Plan Especial para Emergencias Aeronáuticas de Cataluña (AEROCAT) y, por primera vez, el nuevo Plan de Autoprotección del Aeropuerto, que fue renovado al completarse las obras de ampliación de la terminal.

El delegado del Gobierno de la Generalitat en Tarragona, Àngel Xifré, valoró positivamente un simulacro «muy complejo porque intervienen muchos cuerpos» y que permitió «poner en práctica aquello que está sobre el papel». Por su parte, el subdelegado del Gobierno del Estado en Tarragona, Santiago Castellà, celebró la «perfecta coordinación» entre las organizaciones implicadas. Asimismo, destacó que «el conjunto de medios tienen un nivel de relación y confianza» que «facilita» mucho el entendimiento en estos escenarios tan complicados de gestionar.

Con las llamas engullendo el automóvil que simulaba ser el avión, los primeros en aparecer en el escenario de los hechos serían los Bomberos del Aeropuerto, que procedieron a extinguir el incendio, con una espuma que permite controlarlo mejor, a sellar el escape de combustible y a evacuar a las víctimas –estudiantes y voluntarios eran los figurantes. Con la activación de la alarma por parte de la torre de control, diez minutos se tardó en establecer el punto de mando avanzado y, en paralelo, se constituyó la sala de crisis, con responsables de las instituciones, de los servicios de emergencias –médicas y policiales– y las compañías aéreas.

La primera ambulancia, siguiendo a un coche guía que se encarga de dirigir a los medios externos por las instalaciones, reconocible con un cartel en el que se leía «follow me», llegó al escenario un cuarto de hora después del siniestro. El ejercicio se plantea para que sea lo más realista posible y, por lo tanto, se tenía en cuenta el tiempo que se requeriría para avisar a los distintos cuerpos y que se desplazaran al lugar. Era la hora de evaluar el estado de los afectados –clasificados en ilesos, heridos leves, graves o muertos–, tratarlos y ofrecer asistencia psicológica tanto a las víctimas como a sus familiares. Se calcula que, entre las diferentes unidades, intervinieron más de 200 personas.

Los simulacros se programan cada dos años para comprobar el correcto despliegue de todos los efectivos que tendrían que intervenir en un caso real. La elección de una zona No Schengen como destino de la aeronave permitía activar el Cuerpo Nacional de Policía, encargado de identificar a los pasajeros.

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