El centro de Reus duplica el número de negocios de hostelería en cinco años
Se ha pasado de los 49 locales en el centro en diciembre del 2018 a un total de 107 en la actualidad
Fotografía de archivo de la plaza del Mercado, con terrazas.
La hostelería es uno de los pilares del tejido empresarial de Reus. Es el segundo sector con mayor número de actividades económicas en la ciudad, sólo por detrás del comercio. Según datos del observatorio municipal, hay 771 negocios vinculados a la hostelería, contando restaurantes, hoteles, alojamientos turísticos, bares y establecimientos de provisión de comida para celebraciones, casi 200 más que hace un lustro (en diciembre del 2018, había registrados 582). Uno de los barrios donde se ha puesto más de manifiesto este crecimiento es el núcleo histórico, donde la cifra se ha duplicado en los últimos cinco años.
De los 49 locales de finales del 2018, se han pasado a los 107 de la actualidad. La plaza del Mercadal es un ejemplo del auge del sector, dado que, hoy día, está rodeada por terrazas y cada vez son menos las tiendas establecidas que se dediquen a otras actividades. El presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería (AEH) de Reus, Víctor Perales, comenta que hace tiempo «que los restauradores de fuera nos miran con muchos buenos ojos para venir a establecer sus negocios aquí».
Algunos de los motivos son la disponibilidad «de más locales que antes eran tiendas que han cerrado» y las «características geográficas inmejorables» de la capital del Baix Camp, donde se pueden visitar tiendas de diferentes sectores «dando un paseo». «Eso nos da una ventaja competitiva con respecto a los vecinos», valora. Asimismo, apunta que, los últimos años, la ciudad «ha hecho un cambio muy positivo en calidad y cantidad a la hora de poder escoger un restaurante», con la llegada de «cocinas internacionales y mucha variedad en las nacionales».
Una de las novedades más recientes es el restaurante de fusión asiática Kashoku, en la calle de Salvador Espriu, que abrió puertas en diciembre del 2022. Un grupo de amigos decidió «innovar un poco y eludir la cocina china tradicional». Aunque consideraron que la ubicación sería idónea por la proximidad de las calles más comerciales y, al mismo tiempo, al estar abrigados del tráfico masivo, los primeros meses fueron irregulares, afectados por unas obras del arrabal de Santa Anna «que se alargaron mucho». «Pero gracias a la gente que venía y le gustaba y al boca a boca, ahora vamos mucho mejor», concluyen sus socios.