Carnaval
Reus llora el fin de un Carnaval que «no es el que era»
El difunto Rey Carnestoltes se despide con un testamento desgarrador con un Carnaval que «hay que dignificar» y que «se está dejando morir»
Ayer fue un día de duelo, pero los vestidos negros eran una minoría. Si los abrigos eran bien visibles en el desfile matinal, ayer, tocadas las 9 menos cuarto de la noche, fueron desapareciendo como si de un truco de magia se hablara. Les llamas del averno estaban consumiendo los restos de Su Majestad el Rey Carnestoltes, finado al ver el precio del aceite.
El monarca, por suerte, tuvo tiempo de dejar testamento para expresar sus últimas voluntades y las envió a «la aburridísima ciudad de Reus», en palabras del notario de la familia regia. «Me largo de la tierra dejando testimonio de las carencias», empezaba. Su conclusión era certera: «se está dejando morir el Carnaval».
Con sus últimas palabras en vida, Carnestoltes criticó que las collas «no sois capaces de mostrar el menor afán de hacer cambios y recuperar la esencia» y aseguró que «hay que dignificar la fiesta, que ya no es lo que era, sino que es sólo un lugar para ir de borrachera». «Carnaval se nos muere y si no ponéis solución, en pocos años, asistiréis a su extremaunción», cerró. No se ahorró hacer autocrítica: considera que su sucesor tiene que ser un monarca «con presencia».
El ataúd con los restos de Su Majestad fueron transportados hacia la pira en carro, con un majestuoso caballo blanco que generaba devoción entre los reusenses, pero que nervioso se mostraba y que obligó a modificar, ligeramente, el arranque del desfile mortuorio.
Detrás suyo, la viuda Reina Pimpolla, la corte de plorones, la Hermandad de los Siete Pecados Capitales y collas que no se acaban de creer que el reinado había concluido de manera tan repentina. Al llegar a la plaza del Mercadal, les esperaba la Hermandad de las Brujas. Justo en medio de la circunferencia, estaba el punto donde el ataúd sería depositado.
No se esperaban que, después de dejar las coronas de hortalizas, aparecieron los Diables para hurtar el Braç Incorrupte e incinerar los restos, ungiendo los cuatro vértices de calor y olor a brasa. Los seres del infierno favoritos de los reusenses no se esconderán con su nueva conquista. Esta misma noche, a partir de las 20 horas, tienen previsto mostrarla en cercavila. Al llegar a la plaza del Mercadal, se leerán los versots y se quemará el último recuerdo de Carnestoltes.