Diari Més

100 kilómetros contra la pobreza

El Reus Trail Solidari es uno de los equipos con más participaciones en el Oxfam Intermón Trailwalker, una prueba solidaria y deportiva

Fotografía de archivo del Reus Trail Solidari, participando en una de las marchas.Cedida

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Desde su primera edición en el 2011, la prueba deportiva y solidaria Oxfam Intermón Trailwalker ha ido evolucionando, pero dos elementos se han mantenido de forma prácticamente inalterable: el objetivo de recaudar fondos para garantizar el acceso al agua potable a comunidades vulnerables de todo el mundo y la participación del Reus Trail Solidari. «Yo hacía caminatas y siempre me gusta tener la cabeza puesto en alguna cosa diferente», explica uno de los miembros del equipo, Miguel Ángel Garcia. Era el 2010. «Intenté convencer a los amigos del grupo para hacer un equipín, recaudamos el dinero y fuimos a andar a la primera marcha», prosigue. La de este año será la decimoquinta participación del conjunto. «Miguel Ángel es una de las personas con más Trailwalkers en las piernas», añade Itxaso Ferreras, coordinadora de la iniciativa.

El Oxfam Intermón Trailwalker, que se celebrará el 6 y 7 de abril en Gerona, cuenta con tres modalidades (10, 55 o 100 kilómetros). Más allá de la dureza y la exigencia física de la caminata, los equipos tienen que completar un reto antes ni siquiera de tomar la salida: tienen que recaudar 1.500 euros —500 euros en el caso de la prueba más corta. Tapeos, calçotades, clases de zumba, venta de lotería y merchandising... Muchas son las actividades que tienen que idear. «A nosotros nos cuesta mucho, no hemos tenido nunca patrocinadores», explica Garcia. Para alcanzar el reto, cree que es necesario «dar a conocer la parte solidaria» y que la población se acabe haciendo suyo» el proyecto. Incluso, hay gente que ha acabado uniéndose a la competición. Por todo ello, la caminata es «el final de fiesta». «Estás todo el año organizando actos y vamos allí a disfrutar, pero no dejan de ser 100 kilómetros que tienes que andar y sufres mucho», expresa Garcia. «Es una experiencia brutal de superación, solidaria y deportiva», valora.

A diferencia de la mayoría de certámenes atléticos, esta prueba es por equipos, con las ventajas y dificultades que comporta. Hay cuatro marchadores, que reciben el apoyo de dos asistentes, y no hay relevos. «Salen y llegan juntos», explica Ferreras, que define la marcha como un desafío «único». Si algunos miembros no pueden acabar el recorrido, se busca que los compañeros se unan a otra formación. «Conseguir un reto común es la forma más elevada de motivación», valora la coordinadora y anterior participante. «Te queda para siempre», concluye.

Con 100 kilómetros en frente, Garcia detalla que el momento más duro es cuando cae la noche. La experiencia, en este caso, es un grado: el equipo reusense tiene calculado hacer una parada a un puesto de control en las primeras horas de la madrugada y reanudar el rumbo «en cuanto amanece». A pesar de haber estado presente desde los inicios y faltar en ediciones contadas, sin embargo, Garcia reconoce que el cuerpo «empieza a dar señales que ya no llegará a muchos más».

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