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Reus vive el Vino... y el Vermú

La gran afluencia de visitantes el sábado superó el aforo y obligó a restringir el acceso

La nova localització al Parc Sant Jordi ha estat un encert, tal com consideren alguns assistents i negocis participants

La nueva localización en el Parque Sant Jordi ha sido un acierto, tal como consideran algunos asistentes y negocios participantesAdrian Disch

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No cabía ni un alfiler. Esta es la frase que resumiría cualquiera de los tres días de la Reus Viu el Vi, una novena edición que empezó el viernes 7 de junio por la tarde con una gran afluencia de gente. La zona central, dedicada a las bodegas se llenó hasta los topes con tan sólo dos horas y las botellas de vino vacías sólo hacían que acumularse en cada una de las paradas.

En las casetas de compra de tickets la gente se amontonaba, para después marcharse todos con un portacopas y un sombrero de paja que se convirtieron en la moda del fin de semana reusense.

Los asistentes, de todas las edades, paseaban arriba y abajo probando aquellos vinos que más les llamaban la atención. Les copas brillaban relucientes bajo la luz del sol de tarde con las tonalidades de los diferentes licores; negros, blancos y rosados, sin que ninguno de ellos dominara por encima del resto.

Pero, sin ningún tipo de duda, los organizadores tendrán que empezar a preguntarse si el nombre tendrá que pasar a ser ‘Reus Viu el Vi y el Vermú’. Aunque el espacio de los vermúes contaba con menos casetas, estos también llenaban copas y vasos casi en la misma medida. Además, a pesar de ser el espacio más pequeño, al mismo tiempo tenía las mejores vistas.

Desde el acceso sur del parque, el paseo hasta la plaza del alcalde Anton Borrell, donde estaba instalada la propuesta de vinos, se transformaba en una postal con los establecimientos de vermú a ambos lados del camino. Así y todo, los que disponían de la mejor zona y más variada propuesta eran los vinos, con bodegas de Denominaciones de Origen como Tarragona, Priorat o Terra Alta.

«La verdad, el cambio de localización ha sido acertado. Ver a la gente pasear por el parque, pararse delante de las casetas para pedirse el vermú y buscar una mesa da una imagen muy bonita y un mejor ambiente si lo comparamos con el año pasado que se hizo a la plaza de la Libertad», afirmaba un trabajador de una reconocida marca de vermúes, añadiendo que «Además, hemos tenido mucha afluencia de gente cada día del fin de semana. Por lo tanto, creo que no nos podemos quejar».

Un cambio de localización que se hizo para evitar las aglomeraciones de gente gracias al espacio mayor que ofrecía el Parque Sant Jordi y a la facilidad de controlar los accesos al recinto. Sin embargo, este cambio no fue suficiente para vivir una situación parecida a la de la edición anterior.

Sólo dos horas después de la inauguración por la tarde del viernes, la movilidad ya se empezó a complicar. A más, una jornada del viernes que contó con la presencia de la giganta Arlet y la Mulassa de Reus, que amenizaron la tarde de inicio con sus bailes tradicionales, abriéndose paso como podían por la plaza.

No obstante, el momento más delicado fue el sábado por la tarde cuando la organización se vio obligada a tomar medidas. «Delante del avalancha de público de esta tarde en la feria Reus Viu el Vi y teniendo en cuenta que se ha llenado el aforo, la organización ha decidido cerrar las puertas por seguridad y no dejar entrar a nadie más en el recinto», afirmaban en un comunicado desde la Cámara de Comercio de Reus.

Además, las personas que hubieran comprado algunos de los packs que ofrecían en línea de manera anticipada y no los hubieran podido utilizar ni el sábado ni domingo se los devolverá el dinero en la misma tarjeta con la cual se hizo la compra en un periodo máximo de cinco días hábiles.

Por otro lado, este hecho no evitó que la fiesta continuara en el interior con bebida, comida y música que acompañaron los tres días sin incidentes a remarcar. Ni siquiera consiguió chafar la guitarra la lluvia matinal del domingo, el último día de la feria.

Para cuándo tocaron las doce del mediodía, el sol ya había aparecido al cielo y el Parque Sant Jordi volvió a acoger a los visitantes. Una edición que cerró casi muriendo de éxito, con más de 10.500 personas. Eso supuso un crecimiento de un 15% con respecto al 2023 y que, con respecto a los números de hace tres años, alcanza un incremento del 85%. Todo un éxito.

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